Una decena de valientes se atrevieron ayer a adentrarse en
el laberinto de la lectura gracias a la colaboración de la
compañía ‘Teatro Mágico’, que llegó a la ciudad con la
intención de enseñar a grandes y pequeños que los libros y
sus historias pueden ser algo divertido. Un sabio guiñol con
dotes para la videncia se mezcló entre el grupo que se
acercó ayer al salón de actos del Palacio Autonómico para
disfrutar de las enseñanzas de los un taller interactivo.
El humo y el color llevaron a estos aguerridos curiosos a la
mismísima India -o una sala acondicionada con telares para
la ocasión-. La imaginación de los más pequeños y sus
acompañantes voló hasta tierras lejanas para interpretar una
obra teatral que se desarrolló en el palacio de un marajá.
Atabiados para la ocasión, recibieron los aplausos de un
improvisado público. Todos acudieron al taller de
encuadernación, donde pronto, con unas escasas
explicaciones, lograron montar su cuento. Cada uno el suyo,
y todos se fueron contentos con ilustraciones para seguir la
historia usando su propia imaginación.
La parada final de la tarde didáctica fue frente al
escenario. Ante el público, se encendieron las luces y
salieron a escena los personajes de la obra de guiñol ‘Solo
en casa’. Algunos se sintieron identificados con el tímido
protagonista, otros con la feroz y presumida madre que
acudía a la ópera e incluso algunos, con el complaciente
padre. Y todos se fueron convencidos de que las historias
contadas eran lo suficientemente divertidas como para querer
leerlas al llegar a casa.
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