Y es un acto de contrición sincero
que nace de la profunda vergüenza que siento por mi
comportamiento . Me declaro culpable y no se como reparar el
mal que he causado, sino pidiendo humildemente perdón, no
genuflexa, ya que yo, por principios, solo doblo la rodilla
ante el Santísimo y ante mi jefe Ratzinguer, pero sí
amagando la cerviz y con un sentimiento de auténtica
desolación.
Hoy pido perdón a los jóvenes , a todos los jóvenes
españoles y especialmente a aquellos que, desesperados, han
tenido que salir a las calles de Alcobendas para defender lo
suyo, que es lo nuestro. Y nosotros, padres y madres,
adultos, hemos permitido que la situación se salga de madre,
que en nuestra España enloquezca la rosa de los vientos, que
las bandas extranjeras nos hayan puesto de rodillas y nos
tengan aterrorizados y que, cuando nuestros niños, acosados
y acorralados por la delincuencia, salen a las calles a
defenderse, se les mande a los antidisturbios para que les
majen a palos. ¿Pero de que pasta de viscosos excrementos
porcinos estamos hechos los españoles para permitir que
peguen a nuestra juventud? La policía está para detener a
delincuentes y a criminales y meterles en la cárcel, está
para protegernos, son nuestros ángeles guardianes, son el
único consuelo que tenemos y la única garantía de que
delincuentes kosovares, rumanos, Latin King, ajustadores de
cuentas colombianos, albaneses y demás importados, no nos
saquen las tripas a las primeras de cambio.
Lo padres no pagamos a las FOP para que repriman a la sangre
de nuestra sangre, que es la sangre de ellos también, sino
para que la protejan y hagan de las ciudades lugares seguros
y cómodos, que no guetos dominados por las mafias donde, si
un abuelo se quiere sentar en el banco de un parque tenga
que pagar a las bandas sudamericanas, ni un lugar donde,
salir por la noche a tomarse una copa sea jugarse la vida
por “las bandas”. Hoy pido perdón por permitir que, la
Delegada de Gobierno de Madrid, esa albóndiga sin
condimentar, niegue la evidencia del miedo que sienten los
ciudadanos y que, las autoridades frivolicen y traten de
“desdramatizar” el drama real que nuestros jóvenes viven en
un país que, los padres ,en nuestra cobardía, hemos
permitido que se nos vaya de las manos. ¿Qué dicen? ¿Qué que
podemos hacer los padres que no somos influyentes ni
poderosos sino abrumadoramente normales y corrientes? Pues
mucho. Podemos hacer mucho. Denunciar y denunciar a las
autoridades, por cada mentira, por cada negligencia, por
cada imprevisión, por cada imprudencia, por cada omisión,
judicializar la vida pública a fuerza de esas denuncias que
cuestan el precio del folio donde se escribe, pero cuyo
valor es inmenso porque encierran la rabia y el orgullo de
unos ciudadanos humillados, ofendidos y hartos. Se deposita
la denuncia ante el Juzgado de Guardia y el Instructor incoa
Diligencias, Jueces, Ejército y FOP son los que tienen más
vergüenza y más cojones de España. Y que los altos cargos
pasen más tiempo declarando en los Juzgados que en sus
despachos.
Los Poderosos pasan de nosotros, no sienten nuestros
sentires ni comparten nuestros miedos, permiten que en las
ciudades manden los criminales, desbaratan nuestros dineros
en “ayudas y cooperación internacional” mientras nuestros
jóvenes no pueden ni arrimarse a una vivienda digna y
nuestros ocho millones de pobres se comen los mocos y
mandan, para su bochorno, a la policía a cargar contra
nuestros hijos en lugar de anunciar la deportación inmediata
de bandidos, chorizos, vagos, maleantes y todo aquel foraneo
que sea un peligro para los españoles. Hoy pido perdón por
mi pasividad, mi desesperanza, mi amargura, pido perdón por
no denunciar.
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