Continuando con su proyección en el exterior (desde Haití a
la ex Yugoslavia, donde los militares marroquíes sirvieron
junto a sus homólogos de las FAS españolas) y muy volcadas
en Africa (unidades de paracaidistas llegaron a batirse en
combate en Mauritania), las FAR (Fuerzas Armadas Reales)
mantienen actualmente desplazado en Casamance, sur de
Senegal, un contingente de artificieros en misión “puramente
humanitaria” según declaraciones del embajador de Marruecos
en Dakar, Moha Ouali Tagma y “en total coordinación con las
autoridades militares senegalesas y las autoridades civiles
de la provincia”.
El principal objetivo de la unidad militar marroquí,
instalada en el país centroafricano a petición del
presidente de Senegal, Abdoulaye Wade, consiste en “limpiar
la región de las minas antipersonas y de otro tipo, con el
fin de permitir a la población una vuelta a la vida normal
en seguridad y sosiego”.
Las minas antipersonal suponen, en la actualidad, una
gravísima amenaza a la población civil asentada en antiguas
zonas de conflicto. Así y solo en los últimos cuatro días,
tres personas perdían la vida en explosiones colocadas en la
región escenario de conflictos con el Frente Polisario entre
1975 y finales de los años 80 (Sáhara Occidental,
“Provincias del Sur” para Marruecos). El pasado viernes
moría un parlamentario de El Aaiún por la explosión de una
mina en Bir Inzarán, a unos 160 kms. al noroeste de Daklay
en la ciudad santa de Smara, 1153 kms. al sur de Rabat, una
niña encontró la muerte el domingo 22 mientras su hermano
resultaba gravemente herido. Aunque fue trasladada
rápidamente, en un helicóptero del ejército, al hospital
militar de El Aaiún, nada se pudo hacer por su vida.
En la región de Casamance (Senegal), el contingente de las
Fuerzas Armadas Reales (FAR) ha desplegado un hospital de
campaña, dotado de un quirófano, donde son diariamente
atendidos por médicos y sanitarios militares “entre 400 y
600 personas”.
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