Nos comenta un conocido para
nuestra información, y de lo que nosotros nos permitimos dar
cuenta para general conocimiento, que hay que tener cuidado
con los aparcamientos cerrados y los timos que pueden darse
en los mismos, para lo que nos referió lo que le pasó el
otro día:
Ya se sabe que los aparcamientos suelen ser locales
sombríos, oscuros, en una palabra, lúgubres y poco
transitados. Pues bien: dos chicas jóvenes, de 18 a 20 años,
bastantes guapas y de mejor presencia física, con curvas
exuberantes, cuando salía de una gran superficie (hoy así
llamados los supermercados) se le acercaron al disponerse a
entrar en su coche y, una, empieza a limpiarle los
limpiaparabrisas mostrando generosamente el escote de su
camisa bastante apretadita y, la otra, se agacha para
ayudarle a meter en el maletero las compras que había
realizado, no sin antes mostrarle las ligas de las medias
que portaban sus bien torneadas piernas. Después de
agradecerles la gentileza por la colaboración y ayuda
prestada, nuestro conocido trató, según nos cuenta, de
darles una propina, a lo que ellas se negaron, pidiéndole a
cambio que les llevara en su automóvil hasta la ciudad.
El protagonista de nuestra historia, ni corto ni perezoso
aun cuando algo mosqueta por si durante el trayecto algún
allegado (esposa, familiar o amigo) podría verlo con
semejante compañía por aquello de lo que pudieran decir,
accedió a la petición de las chicas, colocándose una de
ellas en la parte delantera y, la otra, en la trasera del
vehículo, cuando nada mas que arrancarlo la que se había
situado en la parte delantera empezó a dirigirle guiños,
tocamientos y caricias y la que iba detrás, trataba de
desnudarle el torso. Todo ello con el vehículo en marcha y
el conductor con un estado de nervios que para qué decir. No
obstante siguió su destino y ya, en el centro de la ciudad,
observó por el espejo retrovisor como la chica de la parte
de atrás se encontraba completamente desnuda, pudiendo
apreciar en todo su esplendor la esbeltez de su cuerpo y la
de delante, le ofrecía un “ménage a trois”. Ni que decir
tiene que, totalmente sorprendido, accedió a la propuesta
formulada y de vuelta al aparcamiento, se consumó la orgía
sexual dándole satisfacción a sus apetitos y pasiones
desenfrenadas. Aquello se acabó, según nos contaba, quedando
totalmente satisfecho y aun algo sorprendido porque no le
habían admitido nada a cambio, emprendiendo el regreso a su
domicilio aun cuando al llegar a casa se encontró con que,
mientras una de las chicas le había estado haciendo halagos
y carantoñas, la otra le había sustraído la cartera.
Hay que tener cuidado, pues, con tan ingenioso sistema por
el que le robaron la cartera a nuestro conocido. Así que ojo
con los aparcamientos solitarios, las chicas guapas y los
timos de los que podamos ser objeto. Además con el agravante
de que esta situación, según nos cuenta, le pasó el sábado,
el domingo, el lunes y espera que le vuelva a pasar hoy
martes…
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