Lo que no se publica ni se
publicita, sencillamente, no existe. Y lo inmundo no ha de
tener cabida en los medios decentes, por ética y por
estética. Y me estoy refiriendo a lo hiriente que resulta el
que terroristas o proterroristas, batasunos y piojosos
similares, aparezcan ante las cámaras y en los periódicos
para lanzar sus diatribas. Boicot total y si quieren
expandir sus mensajes que contraten y paguen publicidad
televisiva o una página en el medio cuyo departamento de
anuncios se lo consienta. Y eso se me ocurre a mí, a la
penalista que, del hambre, perdió la vista y se le ocurre a
ustedes pero, la reflexión, que es primaria, parece
demasiado peliaguda como para que, algún analista o
consejero del Poder repare en ella. ¡Dejen estar a esos
zarrapastrosos Oteguis y compañía!. Porque, la popularidad,
para los bandidos, es mala cosa. Ya ven lo sucedido en
Alcorcón donde una temible banda de Latin Kings acudió a
enzarzarse con un grupo de jóvenes españoles : un español
muy grave con seis puñaladas en la espalda y otro con tres
puñaladas. De los latinos solo uno salió golpeado, que no
acuchillado, porque nuestros chicos no llevaban armas
blancas.
Y las peligrosas Maras sudamericanas y sus rivales los Latin
Kings han salido mucho en prensa en los últimos dos años y
también en televisión, chuleándose y dándonos a entender
que, para ellos, España, es el coño la Bernarda, que han
llegado y hacen lo que les sale de las pelotas, porque aquí
no hay control, los criminales tienen infinidad de derechos
y las cárceles son un paraíso de vagancia y buena comida. El
careto de un batasuno en cualquier televisión asquea e
indigna. La prepotencia y la chulería de estas bandas de
indeseables importadas en virtud de la debilidad y la
permisividad de unos gobernantes que no saben o no pueden o
no pueden porque no saben, atender al legítimo deseo de la
ciudadanía de vivir en paz y que no entren criminales ni
delincuentes y si entran que les pasaporten tras leerle los
derechos y de una certera patada en los huevos, repito, la
publicidad de las bandas y la impunidad con la que muestran
sus fisonomías y presumen de sus delitos, eso enrabia hasta
el paroxismo al ciudadano, que no puede comprender la
pasividad gubernamental y el que, esos tipos, no hayan sido
expulsados, para alivio del pueblo soberano. Los españoles
braman de furor y ayer me llegó un SMS convocando a los
jóvenes de Alcorcón en un polideportivo para plantar
batalla. Mala cosa cuando la sociedad se fractura de esa
manera y, los nacionales, tienen que organizarse ante las
agresiones de delincuentes importados. Fatal cuando, en
pueblos catalanes los vecinos se organizan en patrullas
urbanas para vigilar sus casas ante la proliferación de
robos por bandas del Este.
Y los medios de comunicación no deben de modo alguno
prestarse a ser utilizados por golfos, llámense batasunos o
llámense maras u okupas, para hacerse publicidad gratis.
Tienen la obligación, por el interés público, de informar de
sus delitos y de plasmar con verdad un estado de cosas que
hará célebre y querido al político que proponga repescar,
reformar y modernizar, viejas leyes que hoy son
fundamentales para la supervivencia de la ciudadanía, que,
vista la convocatoria de Alcorcón, no está dispuesta a que
delincuentes importados tomen y gobiernen las calles. Una
Ley de Vagos y Maleantes haría francamente inhóspito este
país para los criminales importados y una Ley de
Peligrosidad Social acorralaría a los peligrosos para alivio
de los honrados. Eso sí, batasunos, borrokillas, bandas
sudamericanas, okupas y gentuza afín estrenarían con rapidez
las nuevas leyes. Una medalla para quien lo proponga y, esta
vez sí, mucha publicidad.
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