En una semana se ha convertido en la pequeña Biblia de la
clase media metropolitana. Es el manual Plan Comunitario de
Defensa Activa, un curso "sencillo" de contraterrorismo
urbano para defender la vida, la propiedad y la familia.
Circula por Internet y empresas de seguridad lo distribuyen
hoy, en mano, urbanización por urbanización, en las colinas
residenciales que circundan la capital.
El manual parte de una noción básica: "Ha llegado el momento
del real poder ciudadano. El poder de las comunidades
organizadas y unidas". Fue elaborado con base en el Manual
de contraterrorismo de la Escuela de las Américas, con sede
en Fort Bennings, Georgia. Y adaptado por "especialistas" en
el área de la seguridad comunitaria.
Está destinado "a evitar que actos vandálicos, de terrorismo
u otra naturaleza perturben o atenten contra la seguridad
física de nuestras familias, bienes y comunidades". Aclara
que no es sólo una cuestión de supervivencia. Y recomienda
no alarmarse: hay que entender que esos procedimientos "son
prácticas comunes" en otros países. Se trata de "salvar
vidas".
El clima de pánico se generaliza. Las ciudadelas
clasemedieras se paramilitarizan. Se llenan de alambres de
púa. Cinco anillos de seguridad las protegen. Abarcan desde
el perímetro del barrio a la calle, el edificio, el piso y
el departamento. Ante el "peligro inminente", las
asociaciones de vecinos se arman contra la "amenaza"
chavista. Se preparan y entrenan para la guerra civil contra
las "mafias" que defienden al gobierno del presidente Hugo
Chávez. Se atrincheran en sus propiedades en un régimen de
autoapartheid. Se medievalizan.
Rodeada por cientos de barriadas marginales habitadas por
"vándalos" y "delincuentes", la clase media teme que una
poblada armada la ataque. Que los miserables bajen de los
cerros y lo arrasen todo. Por eso, ante la "amenaza
terrorista", la "sociedad civil" se organiza para la guerra.
Teme que en la próxima crisis se desate la furia de los
parias de los tugurios, y que los cuerpos de seguridad del
Estado no tengan capacidad para responder a los desórdenes
callejeros y los saqueos, como en abril pasado. Se siente
"blanco" de los estigmatizados "círculos bolivarianos". Sabe
que duerme con el enemigo. Por eso, está alerta y se
organiza.
Ha comenzado a agruparse en comités de seguridad y defensa y
afina planes de contingencia para contrarrestar la amenaza
de los de afuera. Fortifica sus propiedades. Crea redes de
comunicación. Se familiariza con los códigos de alerta.
Ensaya tácticas de autodefensa. Prevé puntos de
concentración. Aprende primeros auxilios. Almacena víveres.
Y está dispuesta a matar para proteger lo suyo.
En sus urbanizaciones pululan hoy los perros de la guerra.
Hacen su agosto mercenarios traídos del exterior. Ex agentes
del Mossad (los servicios de inteligencia israelíes), se
cuentan entre los más activos. Trabajan bajo pantalla de
agencias de seguridad. Ofrecen protección, brindan consejos,
enseñan defensa personal. Se dice, incluso, que tras los
sucesos del 11 al 13 de abril, y para no repetir el error,
asesores israelíes han diseñado una operación quirúrgica de
envergadura: confeccionaron una lista de 2 mil dirigentes a
eliminar. Una nueva Operación Yakarta. Las víctimas
seleccionadas integran las "hordas bolivarianas", eje del
mal vernáculo.
Tras el fallido golpe de abril, los "patriotas" que violaron
la Constitución y disolvieron las instituciones para
"restituirlas" a sus verdaderos propietarios, los
"ciudadanos" de las colinas fortificadas, esgrimen hoy el
derecho a la legítima defensa. La ultraderecha fascistoide
alienta a la clase media a que se arme. Llevan tres meses
haciéndolo. En La Florida, Prados del Este, La Lagunita,
Valle Arriba, Country Club, Terrazas del Ávila y Altamira,
los vecinos creen que ha llegado la "hora cero". Por eso,
mostrando un "comportamiento atípico" para gente de su
clase, arrasaron las armerías de Caracas. Los civilizados se
armaron hasta los dientes.
La venta de escopetas se multiplicó por tres. El calibre 12,
de uso deportivo, es el más buscado. Aunque las pistolas 9
milímetros y 40 son las favoritas de los conocedores. Por su
potencia de fuego, claro. También los revólveres 38. Ahora
los clasemedieros practican tiro. Hacen su catarsis. Los
cursos de las academias y los polígonos han visto crecer 30
por ciento la afluencia de tiradores novatos.
No es que quieran tomar la ley por su propia mano. No.
Simplemente preparan la "resistencia" de sus urbanizaciones
frente a un eventual asalto de los bárbaros de afuera. De
los excluidos del neoliberalismo, esos "delincuentes
terroristas". Muchos de esos marginales son sus
guardaespaldas, porteros, mucamas, empleados, sirvientes.
Por eso, el manual recomienda: "No sea tan confiado con los
empleados domésticos, específicamente los que vienen por
día. Recuerde que muchas de esas personas han sido
manipuladas. Algunas nos comienzan a ver como enemigos. Esto
es un asunto delicado y no hay por qué generalizar... pero
debe estar alerta ante cualquier evidencia. Hable con sus
empleados si tiene la confianza, y dígales la verdad del
país".
La introducción al curso comienza con un "análisis del
terrorismo". Está tomado de un manual de contraterrorismo
del Pentágono. "Es necesario entender el contexto", dice. "A
pesar de que el terrorismo aparenta ser una actividad sin
sentido, al azar, sin posibilidades de predicción, es en
realidad una actividad con un propósito definido". La
asimilación chavismo-terrorismo está implícita.
Dado que el caos, la violencia y la destrucción de la
estructura social son los objetivos del terrorismo, hay que
familiarizarse con sus métodos operacionales. "Sus ataques
son conducidos con el elemento sorpresa y generalmente hay
muy poco aviso. Son violentos y de corta duración. Operan en
células pequeñas y clandestinas colocadas entre la población
civil".
El manual identifica algunos mecanismos "para producir
terror" y los adapta a sucesos locales conocidos por todos
los usuarios: asesinatos (como los del 11 de abril), toma de
rehenes (el día del golpe la concentración popular chavista
frente al Palacio de Miraflores fue "utilizada como escudo
humano"), fuegos intencionales (incendios en los saqueos del
12 y 13 de abril), tácticas callejeras ("círculos
bolivarianos"), violencia grupal (acciones contra
manifestaciones), robos y expropiaciones (situaciones en el
Táchira y Santa Bárbara del Zulia, Ley de Tierras).
El manual enseña cómo elaborar un "plan de
prevención-impedimento-reacción-predicción". Debe contemplar
una "estrategia de inteligencia" y "manejo de crisis". Dos
temas clave: adiestramiento y disciplina. El plan de
contingencia debe ser discutido por toda la familia, y si es
necesario se debe recurrir a un "psiquiatra amigo" que dé
charlas a los vecinos sobre cómo manejar "la crisis".
Rambos en el condominio
Todo está previsto. Desde códigos de alerta en tres fases
(amarilla, naranja y roja, que indican sospecha, ambiente de
posible violencia y confrontación inevitable), hasta
mantener a mano la bolsa de mano o la billetera, la lista de
teléfonos, víveres, agua, pertenencias básicas, herramientas
y el auto con su depósito de gasolina lleno y estacionado en
dirección hacia una ruta de evacuación prefijada. Ante la
presencia de sospechosos en el condominio, recomienda:
"Nunca busque o inicie la confrontación (visual, verbal o
física) innecesariamente. Su vida y la de su familia pueden
depender de usted".
Por supuesto, la preparación para la guerra contra los
bárbaros del exterior, los que habitan los bantustanes de
los cerros, incluye tácticas de "defensa" de bienes y
propiedades, en "equipo". Áreas sensibles, puntos de
defensa, horarios de guardias, uso de brazaletes o gorras de
fácil identificación y la utilización "de aceite, gasolina,
cadenas, clavos o barreras con carros, camiones o autobuses,
barriles, desperdicios, botellas quebradas y hasta destapar
las tapas del drenaje y las coladeras para evitar o retrasar
el acceso a la zona (tomando la precaución de que después
"no se le complique el repliegue"). Quienes están en la
primera línea de defensa deben portar chaleco antibalas y
mantener "bolsitas clips" con paño humedecido en vinagre o
lentes de natación para evitar los gases lacrimógenos.
"Familiarícese con la Constitución de la república", dice un
aviso clave. Se trata, por cierto, de crear "real poder
ciudadano". Porque, dice el manual, "no queremos más un mal
gerente". O sea, un presidente de la república como Hugo
Chávez. Advierte: "Evite el surgimiento de caciques". Y
todavía una advertencia más: "No es alarmismo. Se trata de
una situación real donde está en riesgo nuestra vida".
El manual incluye un "decálogo de supervivencia": 1. Dominar
el pánico. 2. Mantener la calma. 3. Hacerse cargo de la
situación. 4. Actuar sin prisa. 5. Pensar positivamente. 6.
Observar cuanto nos rodea. 7. Estar informado. 8. Improvisar
antes que rendirse. 9. Apreciar la propia vida y la de los
demás. 10. Estar prevenido.
El "material mínimo de emergencia" en el hogar y en el
vehículo daría para equipar un supermercado o un hospital de
la periferia. Desde alimentos y despensas para un mes para
familias de cuatro adultos, radios a pila, linternas,
reserva de baterías, velas, cerillos, combustible de
reserva, herramientas, neveras de camping, botiquín,
cuchillos de montaña o "navaja suiza", mantas, libreta con
lápiz, gasas, agua oxigenada, termómetros, tijeras,
analgésicos, calmantes para picadura y antiácidos, hasta
cacao para los labios. También son varias las páginas de
"necesidades básicas" para bien llevar la guerra civil sin
bajar de peso. Las listas de "alimentos preservables a
temperatura ambiente" y las que integran la despensa
familiar, hacen agua a la boca. Vamos, hay hasta Toddy.
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