La lucha contra la inmigración ilegal en Ceuta no tiene
tregua desde el ámbito policial. La Unidad Contra la Red de
Inmigrantes y Falsedad (UCRIF) ha logrado desarticular una
mini red de tráfico de inmigrantes que que operaba en la
barriada del Príncipe Alfonso.
En esta ocasión, se ha logrado la detención de una marroquí
de Rabat de 34 años de edad, Malika E. y viuda del apodado
como ‘El Santo’, un conocido delincuente para la Policía.
Es una práctica habitual en determinados personajes del
barrio, el ofrecer sus viviendas como lugar de ‘acogida’ a
inmigrantes marroquíes irregulares que pasan de este modo,
desapercibidos en territorio nacional y, en concreto, en
Ceuta antes de intentar cruzar, de algún modo, el Estrecho.
Agentes de la Brigada de Extranjería y Documentación de la
Jefatura Superior de Policía de Ceuta lograron, en la mañana
del miércoles, la detención de esta mujer que cobraba 4.000
euros a cada inmigrante que ‘acogía’ y ocultaba por el
concepto de permanencia y posterior traslado a la península.
Fruto de las investigaciones realizadas por los agentes, se
pudo constatar la presencia de irregulares en la vivienda de
la ahora detenida, por lo que los agentes, con la pertinente
orden judicial, procedieron a su registro y a la detencion,
además, de cinco mujeres -todas ellas marroquíes- que se
encontraban en el interior de la vivienda.
La brigada de extranjería de la Jefatura Superior de Policía
en Ceuta mantiene una constante vigilancia en la zona y es
común -casi diario- la interceptación de ciudadanos
extranjeros, sobre todo, deambulando por este barrio
fronterizo.
Quejas e incumplimientos
Habitantes de la zona se quejan habitualmente de la
presencia de marroquíes en el barrio ejerciendo tareas en
locales abiertos al público, sin el “control laboral legal y
oportuno”. Peluquerías, barberías, cafeterías, carnicerías
-según informan estos vecinos que prefieren guardar
anonimato- “se encuentran plagados de personal extranjero
(marroquíes) sin que organismos como la inspección de
Trabajo certifique el grado de cumplimiento legal de las
contrataciones laborales”, critican.
Es más, inciden en que si el crecimiento urbanístico de la
barriada no está controlado por las autoridades, tampoco se
verifica el cumplimiento sanitario de los locales abiertos
al público con comestibles permitiendo además que vendedores
ambulantes “extiendan verduras y pescados por el suelo para
su posterior venta en mitad de la barriada”.
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Príncipe Alfonso, lugar de paso y estancia
Los vecinos del barrio critican,
en voz baja eso sí por temor a represalias, las constantes y
diarias prácticas ilegales que se permiten, por parte de las
administraciones, en esta zona. Situaciones que ni se
plantearían en otro lugar de la ciudad por el exhaustivo
control al que, en buena lógica, se someten por parte de las
autoridades.
No sólo el desastre que supone el abrumador y espectacular
crecimiento urbanístico a espaldas de la administración. La
falta de presencia directa de ésta (salvando el
Polifuncional) en tareas de control, supervisión implicando
a los ciudadanos en el normal desarrollo de la vida legal de
un estado de derecho como el nuestro, permite el gran
desaguisado que actualmente es el cada vez más ‘agigantado’
barrio.
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