Los bultos se mueven de acá para allá sin control aparente y
la masa se deja arrastrar a favor de una corriente que los
mueve entre un mar de cartones. Muchos no encuentran ni el
mínimo resquicio por el que poder pasar y miran la ansiada
puerta con la desesperación del jugador que se siente
perdedor. Una improvisada barricada de palés de madera
impide el paso a los porteadores que colapsan la puerta del
puente del Biutz. Tras la madera, la policía, con cara de
pocos amigos. Quizás la otra cara amarga de esta historia
diaria.
Los incidentes son el pan nuestro de cada día en el Biutz.
Los cientos de porteadores que tratan de pasar el mayor
número de kilos posibles al otro lado del perímetro
fronterizo colapsan el paso. Unidades policiales llegadas
desde Sevilla intentan controlar a una masa que se mueve por
instinto, por supervivencia. La situación no es fácil para
nadie, porque nadie está contento con la situación. Los
comerciantes están saturados de incidentes en su polígono.
Los porteadores sufren cada día entre una maraña de gente. Y
la Policía.
“No luchamos contra la droga ni contra la violencia, lo
hacemos contra algo mucho peor, contra el hambre”, comenta
uno de los agentes que han tenido que desplazarse hasta el
Biutz para apoyar a sus compañeros. Las situaciones de
tensión entre las Fuerzas de Seguridad y los porteadores son
inevitables. “Muchas veces es tenemos que hacer ruido para
que se dispersen porque estos es una locura diaria”. El
dispositivo especial que la U.I.P (Unidad de Intervención
Policial) ha realizado para impedir el paso tiene fisuras.
La picarezca siempre fue una gran aliada y muchos marroquíes
aprovechan la más mínima oportunidad para burlar los
controles policiales.
“Necesitamos más personal en todo el perímetro fronterizo.
No damos a bastos entre el Biutz y la frontera en las horas
puntas. La situación que se vive trabajando en una zona como
ésta es muy diferente a la de cualquier otro sitio”,
aclaraba uno de los policías que realizaba su trabajo en la
zona. Esta es una de las reclamaciones permanentes del S.U.P
(Sindicato Unificado de Policías) que lleva solicitando
desde hace tiempo la incorporación de un mayor número de
agentes para cubrir las necesidades de la zona.
La otra cara
Mustafa mira con desesperación la puerta que le lleva a su
país. El peso de más de 20 paquetes de pañales cae sobre sus
espaldas. Increiblemente un producto destinado a los más
pequeños de la casa se convierte en un infierno para este
porteador de Castillejo que se tambalea cada vez que intenta
elevar el bulto.
No comprende la lucha que vive día tras día para poder
llevar el pan a su casa. El tiempo se le acaba y si no es
capaz de llevar la mercancía al otro lado de la frontera no
verá recompensado sus esfuerzos. Tras un largo rato desiste
y divide el bulto en dos. Hoy no sacará mucho en claro, poca
mercancía, poco beneficio.
Al igual que él, otras cientos de personas sufren la misma
situación cada mañana. Esta actividad da de comer a miles de
familias del norte de Marruecos que no ven muy claro su
futuro. Mientras que el cuerpo aguante el pan seguirá
llegando.
Alternativas
Las autoridades siguen buscando alternativas al puente del
Biutz. El delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado, ya
ha confirmado que en Madrid existe “conformidad absoluta”
con el proyecto que pretende cerrar el Biutz y trasladar el
paso a las cercanías de la frontera entre ambos países.
Arreciado afirmó que las ideas generales del proyecto va
progresando.
El delegado sabe que las cosas en política no se
materializan de un día para otro y afirma que el ritmo de
este proyecto no es necesariamente lento, además no olvida
de que se trata de una actuación conjunta con el vecino país
de Marruecos. García-Arreciado espera que las obras puedan
comenzar en un plazo de tiempo prudente y se acabe la
concentración de porteadores a consecuencia de la gran
actividad que discurre diariamente en el Polígono del
Tarajal.
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