¿Qué murmuran con sonrisa aviesa?
¿Qué si ayer no escribí porque me cortaron la luz y mi
ordenador se negaba a funcionar, ni aunque le tratara de
sobornar poniéndole en lo alto el panecillo integral viudo ,
que es mi cena ,para motivarle? Yerran. Fui de visita a una
cárcel madrileña, cinco horas p´allá, cinco horas p´acá, con
cuarenta minutos perdidos entre cafés, pipises y una frugal
colación y no llegué a tiempo. Además pueden ahorrarse las
fulminaciones inmotivadas, ya que están hablando con una
persona que puede llegar a ser alguien importante en el
mundo del artisteo. ¿Qué si voy a hacer algún posado robado
en plan destape para mover a la compasión a las gentes y
recaudar limosnas? Vale, no tengo una gran masa corporal,
pero lo que me falta en chichas me sobra en ingenio y me han
propuesto representar a un personaje que sale hoy a partir
de las cinco y cuarto de la tarde en el programa que haya a
esa hora en Antena 3. ¿Qué de quien se trata? Bueno, les
daré la primicia, sale mi compadre Luis Fernández Reyes,
patriarca gitano y artista donde los haya, en la estela del
Camarón y que, cuando cantaba en el patio de la cárcel, se
paraban hasta los gorriones a escucharle y cuando baila por
zapateao, quita el sentido del arte que tiene. El tío Luis
era una institución en Alhaurín de la Torre, donde pasó
larguísimos meses por un problemilla de nada, una confusión,
pero allí intimó con todos los malayos, especialmente con
Julián Muñoz y con Roca.
Vamos, que se hicieron compadres, se dieron la mano con un
apretón fuerte y se abrazaron palmeándose las espaldas, como
hacen los hombres. Y cuando un patriarca gitano da la mano
lo hace para ciento un años, lo que representa un año y un
siglo de lealtad inquebrantable y de hermanamiento pero ¡Ay
de quien falte al respeto!.
Veintiocho días se tiró el patriarca chapado veintidós horas
y con peligro de ser trasladado a un régimen más duro por
defender el honor de su prima Isabel Pantoja y partirle la
boca a un marroquí que la había insultado faltándole a la
honra. Y a una gitana no se le puede faltar si hay calós
presentes, porque se lía. Natural. Son las leyes del
respeto, leyes ancestrales, hermosas que vino arrastrando
tras de sí un pueblo de nómadas que llegó a nuestra España
hace quinientos años. Y aquí se quedaron formando parte de
su historia mágica, aquí nos quedamos (y lo digo por la
parte que me toca) para entroncarnos en el arte profundo y,
de pronto, en esta tierra lastimada por los nacionalismos
separatistas y por los independentistas de estómago
agradecido, el pueblo gitano ha tomado conciencia de su
españolidad absoluta, sin fisuras. No verán ustedes a un
romaní separatista ni independentista, sino a gitanos
españoles que parecen haber recogido la antorcha de la
testiculina y de la incorrección política de Rodrigo Díaz de
Vivar, de Pelayo, allá por las montañas de Covadonga, donde
reina la Santina… Un compacto núcleo español, sin fisuras,
los egipcianos llegaron y eran caldereros, nunca se les miró
con excesivo cariño y aún hoy les llaman “ladrones de
gallinas”.Sí.Entran una a una finca y roban una gallina para
comer ese día.
Pero no llegan con un portafolios a embargarla porque al amo
le haya ido mal la cosecha y no haya podido responder ante
los usureros de la banca privada. Del pueblo caló, los pocos
complejos, la resistencia a la moral onegetista y grimosa
imperante y el respeto a las raíces y a los valores
tradicionales. ¿Qué si representaré al Luis Fernández Reyes?
No lo sé, quiero verle primero esta tarde para evaluar, lo
miran también ustedes y me dan su opinión.
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