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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Seguridad y globalización

Por Jorge Pérez Blanca



El Diccionario de la Real Academia Español registra la entrada "globalización", entendida como la "tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales". Pero si el dinero se mundializa, detrás de este siempre estará el delito, el delincuente, por lo que la globalización ha traído consigo nuevas formas de criminalidad. La globalización se constituye en un sistema promotor de muchas otras formas de oportunidades para la criminalidad en los diferentes planos sociales, creando oportunidades de economía informales, enriquecimiento ilícitos a través todas formas de delincuencia, desde crímenes económicos y financieros a partir de la economía legal que lleva a los actores a la economía ilegal, delitos contra el medio ambiente, la generalización del narcotráfico ilegal, tráfico de armas, terrorismo, el fraude, la corrupción de altos dignatarios del poder ejecutivo, legislativo y judicial promovida por la empresa privada y transnacionales, el contrabando, el autotrófico internacional, el trafico de armas, la pederastia y una de las mayores aberraciones que hoy en el siglo XXI todavía no hemos erradicado: La Esclavitud en sus diferentes modos: Inmigración Ilegal, el trafico de niñas y niños para prostituirse, el trafico de seres humanos para extracción de órganos, etc.

Todos estas formas delictivas, ha determinado el surgimiento de una clase social descontenta, que ha expresado su desacuerdo con el sistema y las autoridades mediante pronunciamientos en masas, que también ha dado origen a los delitos de masas, en la que las victimas es el mismo pueblo, es decir el pueblo comete delitos de masas contra si mismo, mediante la manifestación violenta, bloqueando carreteras, aeropuertos, calles y avenidas, causando graves daños económicos a pasajeros, turistas, empresarios, transportistas, al comercio internacional, daños materiales a la propiedad privada mediante el robo agravado en masa (saqueo), destrucción material de los medios de transportes (incendio de medios de transportes tanto de dominio públicos -policiales- como privados masivos), asesinato en masa de presuntos infractores de la ley (linchamiento o ajusticiamiento por manos propias), todo esto trae una nueva forma de inseguridad globalizada de la población en general.

La nueva economía globalizada tiene como consecuencias un mayor uso y abuso del alcohol, las drogas, la prostitución infantil, el terrorismo, el fraude, y con todo ello nace la nueva sociedad de la cultura del crimen.

Estas nuevas formas de criminalidad, obliga a que los Estados readecuen sus políticas de seguridad, dando origen a la concepción de la nueva seguridad nacional, dividida en seguridad general asumida por el gobierno central a través de su fuerza policial, la seguridad autonómica asumida por los gobiernos de las Comunidades y Ciudades Autonómicas, y la seguridad local asignada a las administraciones locales.

De esta nueva concepción de la seguridad, nace la diversificación de la misma. Se habla de la seguridad militar, la seguridad policial, la seguridad jurídica, la seguridad laboral, la seguridad industrial, la seguridad medioambiental, la seguridad ciudadana, la seguridad del consumidor, la seguridad social, la seguridad sanitaria, etc.

Surgen nuevas escuelas criminalísticas que se dedican a estudiar las nuevas formas de delincuencias surgidas en el mundo, entre ellas la escuela “de la criminología administrativa”, teoría originada en Inglaterra y Holanda que tiene como sus máximos exponentes a Taylor y O’Malley, basan sus estudios en la teoría neoliberal del crimen en Europa, quienes introducen la teoría de la sociedad de riesgos, consistente en que la delincuencia ha crecido, gracias al crecimiento de la economía. Según estos teóricos, el comportamiento delictivo es producto de oportunidades y restricciones, renaciendo el viejo refrán “la oportunidad hace al ladrón”, dando preferencia al estudio del crimen desde el punto de vista del entorno o de la situación en las que se cometen los delitos, es decir se orienta el estudio al acto criminal y a las situaciones en que este se comete, llegando a la conclusión, que las víctimas son los responsables de la comisión de los delitos, determinando que la clase social, la etnia y el sexo son solo factores que causan riesgos. Según la escuela de la “nueva criminología administrativa” la lucha contra el crimen o delincuencia debe basarse en la reducción del riesgo y la redistribución del mismo, es decir a la reducción de las oportunidades que expone el mismo ciudadano para la comisión de los delitos por parte de los delincuentes.

En esta reducción de los riesgos, la población local juega un papel importante, como por ejemplo tomar medidas preventivas como responsabilidad individual de cada ciudadano, la policía solo puede combatir el crimen con mayor eficiencia, si existe una cooperación estrecha y abierta con la población, esta repartición de las responsabilidades entre los individuos, la población y la policía, permite una estrechez del riesgo y la fiabilidad, lo que lleva a determinar que el riesgo pueda reducirse en la medida que se alcanza una fiabilidad de la población en su institución policial.

La policía, constituye el pilar fundamental para la represión de la delincuencia, en la medida que mantenga una relación estrecha como primer punto de contacto del Estado por medios de sus instituciones públicas con los individuos que conforman la población. Si la policía como “sistema experto estatal” falla como punto de acceso hacia el individuo-población, por que falla algún elemento de la propia institución, o por que hay alguna disfunción en su relación con el Estado, con los ciudadanos o con ambos, se quiebra la transmisión de la fiabilidad, esta falla puede estar imputada a los elementos de corrupción de los miembros de la institución, a la insubordinación de los elementos policiales hacia el Estado o al poder legalmente constituido, a la falta de profesionalismo de sus miembros, a la improvisación de sus planes, programas, insuficiente dotación de personal, levantamiento de sus miembros contra el poder legalmente constituido, tal como ocurre permanentemente con la fuerza policial boliviana, entre los episodios mas recordados tenemos, las huelgas policiales, el levantamiento de la Policía Nacional ocurrido en la ciudad de La Paz en el recordado suceso del febrero negro del año 2.003, esta disfunción policial-individuo-población, rompe la generación / transmisión de la fiabilidad. El contacto con esa policía que no genera confianza, resulta en ese caso decepcionante y constituye una total quiebra de confianza en el “sistema experto de la seguridad” y en los sujetos “agentes policiales”, lo que conlleva a que la población recurra a la justicia por manos propias, llevando a la sociedad que se encuentra harta de una policía que no ha logrado satisfacer las necesidades de la población, a cometer el delito en masa, el asesinato por medio de linchamientos, retrocediendo a la época de la barbarie humana.
 

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