Las pasadas elecciones autonómicas
y, más concretamente, su campaña electoral, dio a conocer
las estrategias utilizadas por alguna formación política
para la cual, en política todo vale. Entre ellas, la entrega
de panfletos tras las oraciones de los viernes, a puerta de
mezquita.
En todas las ocasiones, dichos panfletos contenían
comunicaciones con una alta carga xenófoba. Es decir,
incitaban al odio y a la hostilidad contra quien no
profesaba la misma religión. Circunstancia altamente
peligrosa y atentatoria contra la convivencia de todo un
pueblo.
Ceuta, ciudad donde conviven pacíficamente cuatro credos
religiosos, debe trabajar con ahínco para mantener la paz
social. En ningún caso, debe permitirse la existencia de
personajes que quebrantan este frágil equilibrio y por
tanto, deben ser erradicados de nuestra sociedad.
Pues bien, a pesar de todo esto, la misma formación política
inicia la presente campaña electoral utilizando la misma
estrategia xenófoba sin dudar, incluso, en atacar a una
institución básica para la estabilidad de España como es, el
Ejército, acusándole de discriminatorio.
Resulta cansino reflexionar, continuamente, sobre las
reiteradas actuaciones de una formación política marcada por
el radicalismo extremo. Formación que se ausenta de todos
los actos institucionales organizados por la Ciudad
Autónoma, de la Comisión encargada de la Reforma Estatutaria
y, por supuesto, que elabora y distribuye panfletos
discriminatorios y xenófobos.
Todo ello, legitima, con mayores argumentos, al Presidente
de la Ciudad Autónoma de Ceuta y, a la Secretaria General
del partido socialista a buscar el entendimiento en
cuestiones de interés general obviando a la primera fuerza
política de la oposición. Legitima a consensuar entre PP y
PSOE el documento de reforma de nuestro actual Estatuto de
Autonomía y, cualquier otra iniciativa que beneficie a los
ceutíes.
No obstante, espero y deseo sinceramente el abandono
inmediato de este tipo de estrategias y con ello, la vuelta
a la normalidad política e institucional.
Ello redundaría beneficiosamente en la convivencia de una
ciudad necesitada del compromiso sincero de todos sus
ciudadanos.
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