El Museo del Revellín inauguró ayer la exposición ‘Guernica:
Historia de un cuadro’, una exposición esta que podrá ser
visitada hasta el próximo día 15 de febrero y que cuenta con
amplio recorrido por la vida del pintor malagueño, Pablo
Ruiz Picasso y sobre todo por la historia de este gran
cuadro que plasma el terror y la debastación del bombardeo
que sufrió el 26 de Abril de 1.937 la villa vasca de
Guernica.
A la inauguración de la exposición no pudo asistir la
consejera de Educación y Cultura de la ciudad Autónoma de
Ceuta Mª Isabel Deu, teniendo que ser inaugurada por la
coordinadora de la guia educativa “Ceuta te enseña”, Gloria
Rosado, la cual fue la encargada de dirigir la primera
sesión de esta exposición a un grupo de alumnos de Eduación
Secundaria Obligatoria del Instituto de Enseñanza Secundaria
Luis de Camoens.
Durante la inauguración, Gloria Rosado hizo un interesante
recorrido por las distintas épocas en las que se puede
enmarcar la obra de Picasso hasta llegar al ‘Guernica’,
destacando que Picasso pasó por varias etapas estilísticas
como el periodo azul, el rosa, el cubista y el surrealismo.
Fue un verdadero genio de la pintura universal y un gran
innovador, permanentemente indagando en nuevos campos de
expresión artística. En este sentido primeramente comentó la
época azul del artista malagueño, posteriormente continuó
con el periodo rosa, para seguir con el cubismo y con el
surrealismo hasta llegar a la historia que envuelve al ‘Guernica’.
La muestra ha sido realizada por Gonzalo Armero, quien ya
publicó en 1993 en la revista Poesía una edición monumental
dedicada a este fabuloso cuadro de Picasso, llamado Guernica.
El relato sobre el cuadro se acompaña de una reproducción
del mismo de 3,40 por 1,60 metros, de una selección de
detalles del cuadro ilustrados con textos literarios, hasta
un total de 30 paneles o páginas.
Una vez frente a una réplica del ‘Guernica’, los chavales
asistentes a esta inauguración, contemplando la obra de
derecha a izquierda, pudieron ver una mujer desesperada,
gritando de dolor dentro de una casa que se derrumba y arde.
A su izquierda dos mujeres más, la de la parte superior
asoma por una ventana y porta en su mano una lámpara, la luz
de la verdad , que ilumina los estragos producidos por la
barbarie. La de la parte inferior sale de la casa
arrastrándose en su agonía. En el centro de la composición
se encuentra el caballo, retorcido sobre sí mismo y
mostrándonos una espuela; su boca abierta y su lengua-lanza
demuestran su excitación ante los acontecimientos. Justo
encima está el sol, empequeñecido, en forma oval y con una
bombilla en su centro como si el humo del bombardeo hubiese
contraído el astro rey y la única fuente de iluminación
tuviese que ser artificial. Un poco a la izquierda un pájaro
agita las alas y clama al cielo desesperado como si pidiese
inútilmente una explicación para lo acontecido. Bajo las
patas del caballo yace el guerrero muerto, su mano todavía
sujeta una espada rota.
En el extremo izquierdo, un toro contempla la escena
sorprendido y desconcertado y, a su lado una visión
terrible: una madre abrumada por el dolor lleva en sus
brazos el cuerpecito de su hijo muerto mientras mira al
cielo rota por el dolor y la pena.
Picasso renunció al color para acentuar el dramatismo y sólo
utiliza la gama de grises, el blanco y el negro, es lo que
en arte se denomina grisalla.
Por último destacar que se trata de un cuadro “sonoro”, los
personajes gritan, gesticulan y mueren bajo las bombas
ciegas que con todo acaban. La denuncia de la violencia es
aquí intemporal y ha sido siempre utilizada como un canto
contra la sinrazón de la destrucción y la muerte en
cualquier guerra.
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