En el solaz dominical, metidos los
medios de comunicación en el devenir gimnástico de los
equipos balompédicos (cuando no en otros deportes menos
mediáticos), la realidad ha saltado; un órdago a la cara de
los que parecen moverse bien en la batalla. Las imágenes no
han dejado ‘verbo con cabeza’, cualquiera que no devenga de
lo visto el cansancio que la ciudadanía tiene ante el
enfrentamiento es, sencillamente, que quiere seguirse
enfrentando.
Cientos de miles de personas: hombres, mujeres y niños
(inclusive) paseando por las calles para decir que no
quieren más violencia, pero de ningún tipo. Son los mismos
que no querían la guerra porque habían heredado un complejo
de víctimas que a algunos gusta alimentar. Esos que están
hartos de que la contienda se traslade a los escaños de
aquel hemiciclo que soñaron para ser oídos por los que
‘mandan’. Los mismos que no entieden cómo se puede hacer del
fracaso un campo de batalla político. Vagabundos de un mundo
que no les quiere dejar disfrutar de la tranquilidad, por
mor de parlanchines de medio pelo que aprovechan el mal para
prometer parabienes.
Los campos de fútbol estaban ayer ya en la notable lucha
deportiva, aglutinando miradas de una buena parte de
aquellos consumidores de los medios; los mismos que se
sentaban (en los lugares más fríos) en los periódicos cuya
portada rezumaba aún el grito de un gentío que ha vuelto a
salir a la calle para acallar las voces de los que no se
quieren encontrar.
Difícil tarea la de los beligerantes, especialmente cuando
miren las imágenes de aquellos que quieren la paz, y que no
se han dejado manipular con la heterodoxia, la retaila del
verbo fácil que sólo busca el interés propio, cansino y a la
vez deleznable del ojo de mal agüero.
No obstante, la salud democrática del país no parece tan
marchita como se pronosticaba. La gente, esa sin rostro ni
intereses electorales, ha salido a la calle para expresar lo
que siente. Buena nota debe hacerse de este grandioso hecho
que demuestra que, al final, no se desean esos extremos que
demuestran que se tocan.
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