PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Jornada mundial de las migraciones:
"Acoger y acompañar a la familia inmigrante”

Por Antonio Ceballos Atienza*


Mis queridos hermanos y hermanas inmigrantes de la Diócesis de Cádiz y de Ceuta:

En esta 93 Jornada Mundial de las Migraciones que celebra la Iglesia Católica el próximo domingo 14 de Enero, he querido dirigirme a cada uno de vosotros y de vuestras familias para saludaros muy cordialmente y desearos la paz y el bien. Es mi deseo que en esta Iglesia de Cádiz y Ceuta tú y tu familia sintáis a este Dios cercano, el amor de Dios en toda su ternura y cariño.

En estas fiestas navideñas tan entrañables he pensado de manera especial en vosotros y en vuestras familias y en la situación que cada uno pueda estar viviendo. Muchos tenéis la familia en el país de origen y habréis estado con los amigos de aquí y unidos a todos los vuestros desde la distancia. Los que habéis podido reagrupar a vuestra familia, habréis tenido la dicha de celebrar juntos estas fiestas. He recordado muy especialmente a aquellos que os hayáis podido encontrar solos, experimentando el dolor de la separación de los vuestros y de estar lejos de vuestra tierra.

A todos quisiera comunicaros un mensaje de paz y de esperanza. La esperanza que nos llega con la Luz que ha brillado en Belén para todos los hombres de buena voluntad y que va a iluminar el camino de todos los inmigrantes y de sus familias. En estos días navideños quiero enviaros mis mejores deseos, mi afecto personal a cada uno de vosotros, a vuestros familiares, y permitidme que os pida que le deis a cada uno de vuestros niños un beso cariñoso de mi parte.

La Sagrada Familia de Nazaret


Con motivo de esta Jornada Mundial de las Migraciones, el Papa Benedicto XVI, desde Roma donde está la Iglesia madre, nos invita a todos a reflexionar sobre la situación de la familia migrante, con la mirada puesta en la Santa Familia de Nazaret, icono de todas las familias.

El domingo 31 de Diciembre celebramos la festividad de la Sagrada Familia y contemplamos desde la oración a Jesús, a María y a José. El evangelista Mateo narra que, poco tiempo después del nacimiento de Jesús, José se vio obligado a salir de noche hacia Egipto llevando consigo al niño y a su madre, para huir de la persecución del Rey Herodes. Comentando esta página evangélica, el Papa Pío XII señaló que la familia de Nazaret en exilio, Jesús, María y José, emigrantes en Egipto y allí refugiados para sustraerse a la ira de un rey impío, son el modelo, el ejemplo y el consuelo de los emigrantes y peregrinos de cada época y País, de todos los prófugos de cualquier condición que, acuciados por las persecuciones o por la necesidad, se ven obligados a abandonar la patria, la amada familia y los amigos entrañables para dirigirse a tierras extranjeras.

En su Mensaje de este año 2007, el Papa Benedicto XVI nos dice que en el drama de la Familia de Nazaret, obligada a refugiarse en Egipto, percibimos las dificultades de cada familia migrante, las penurias, las humillaciones, la estrechez y la fragilidad. La Familia de Nazaret refleja la imagen de Dios custodiada en el corazón de cada familia humana, si bien desfigurada y debilitada por la emigración.

La Sagrada Familia de Nazaret, icono de todas las familias, con la que se pueden identificar los migrantes y los refugiados de todos los tiempos y recibir esperanza y valor en los momentos difíciles es un modelo de vida familiar a seguir para todos los creyentes.

En esta Jornada Mundial, la Iglesia quiere transmitiros un mensaje de esperanza. El Dios de la bondad y de la misericordia está con vosotros y es vuestro guía y compañero de viaje. Y la Iglesia, la comunidad de los cristianos, se quiere sentir comprometida con la vida y el destino de cada uno de vosotros los inmigrantes y de vuestras familias, a las que considera lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores.

Todos somos una sola Familia


Sabéis que en nuestra Iglesia diocesana de Cádiz y de Ceuta convivimos ciudadanos que estáis recién llegados, procedentes de muy diferentes países, y los que ya estábamos aquí y somos ciudadanos autóctonos del lugar. Unos vinisteis desde la otra orilla, de los vecinos países africanos; otros llegasteis desde los países hermanos latino-americanos y otros desde los países asiáticos o de los distintos países europeos.

Todos, unos y otros, formamos una sola Familia, el gran pueblo de Dios. Como decían los Obispos españoles en el documento La Pastoral de las Migraciones en España: las migraciones pueden considerarse como una oportunidad providencial para vivir la experiencia del único pueblo de Dios formado por los pueblos dispersos de la tierra.

Todos iguales en dignidad. Unos y otros somos vecinos del mismo barrio y formamos un solo barrio. Unos y otros pertenecemos al mismo pueblo o a la misma ciudad y somos ciudadanos iguales en derechos y deberes. Unos y otros nos podemos encontrar en la Comunidad Parroquial y formamos una única familia, una comunidad de hermanos, la gran familia de los hijos de Dios.

Y desde esta gran familia queremos estar atentos y ser acogedores de esa realidad religiosa diversa y compleja que portan los inmigrantes llegados de tan diversos lugares y abrir nuestro corazón al encuentro y al diálogo cordial de todos los que por distintos caminos buscan al mismo Dios.

En esta gran familia todos estamos llamados a esforzarnos en el diálogo amistoso, en el encuentro cordial, en la mutua comprensión, en la ayuda solidaria, en la acogida fraterna. Desde estas actitudes de simpatía, de mutuo entendimiento y enriquecimiento, desde la participación y el compromiso de todos, será posible construir un barrio más humano y una ciudad más hermosa y habitable.

Que no os desanimen las dificultades


Conozco las dificultades y obstáculos que podéis estar pasando o que habéis tenido que superar: la separación de los vuestros, la soledad, el aprendizaje de un nuevo idioma, la adaptación a un nuevo ambiente y a una nueva realidad, las condiciones precarias de los trabajos, el problema de la vivienda, la escasez de medios materiales, una cultura y unos valores diferentes, el lento proceso de la integración. Todo un extraordinario e inmenso esfuerzo para conseguir un futuro y unas condiciones de vida más justas y más dignas para vosotros y para vuestras familias. Es también el esfuerzo que hacen tantos miles de trabajadores en el mundo para sacar adelante a sus familias y conseguir mejores condiciones de vida, de dignidad y de justicia.

No te desanimes cuando te encuentres en medio de las dificultades, especialmente si en alguna ocasión no te has sentido comprendido o te has sentido rechazado. Te animo a seguir adelante y a no desfallecer. ¡No estás solo en este peregrinar por la tierra! Eres miembro de la familia de Dios.

Hay algo más. Esta sociedad necesita de todos vosotros, por eso estáis aquí.


Y hemos de agradeceros que seáis una riqueza para este país, para esta sociedad y para esta Iglesia, que muchas veces no sabemos apreciar. No sólo por la aportación que hacéis como cualquier otro trabajador al bienestar de todos, sino también por vuestro patrimonio cultural y espiritual. Unos y otros, todos nos enriquecemos mutuamente por este intercambio de dones y bienes del que somos portadores los seres humanos.

La gran tarea de la familia en las migraciones


Sabéis que las migraciones suelen generar experiencias de dolor y de sufrimiento en los grupos familiares: las parejas se ven forzadas a separarse; los hijos sufren de manera más especial este éxodo que realiza el padre o la madre o ambos; en ocasiones, los abuelos se ven en la necesidad de cuidar de los nietos y de hacer de padres; a veces, la distancia y la soledad pone a pruebas los compromisos contraídos con la familia que se quedó en el país de origen.

Por eso, la familia puede y debe de ser el gran soporte y la escuela donde cada uno de los miembros que viven la dura experiencia de la emigración se sostenga, crezca y avance de manera armónica e integral.

La aspiración de la inmensa mayoría de los trabajadores inmigrantes es poder vivir en familia y es un horizonte que debe garantizarse y facilitarse desde los poderes públicos en la medida que las migraciones se convierten en permanentes y estables.

¡Cuidad de vuestra familia como el mejor tesoro que tenéis! Es el espacio privilegiado para que cada uno se sienta amado y acogido y pueda curar las heridas y las tensiones que genera el proceso migratorio.

La familia puede ser una gran escuela donde se aprende el arte de vivir y de amar, donde se descubren los valores de la vida, donde cada uno es apreciado en su dignidad, donde los padres se afanan por transmitir a los hijos la fe, las raíces y las identidades de las que son portadores todos los pueblos y donde los hijos, siempre más abiertos a los nuevos valores y costumbres, han de aprender y también ayudar en la comprensión y asimilación de la nueva cultura, valorando siempre más aquello que es auténtico frente a lo que pueda ser superficial y pasajero.

Procurad el clima de diálogo y de respeto, de mutua escucha y de encuentro para que cada uno pueda crecer en armonía. Que la educación para la paz sea un valor sagrado en cada familia.

La familia os tiene que ayudar a mantener una actitud de simpatía y de participación en la nueva sociedad de acogida y también a exigir y a demandar todos los derechos que os pertenecen. Ha de ser una escuela donde se aprenden las responsabilidades y las obligaciones, los derechos y los deberes. ¡Qué gran tarea puede realizar una familia en los procesos de integración de los inmigrantes!

La familia inmigrante también es testigo de la experiencia de Dios y escuela para cuidar y crecer en la fe y en los valores espirituales. María y José supieron acoger en medio de su vida a Jesús, el Mesías, el Liberador esperado durante tanto tiempo. Yo deseo que también vuestras familias sean un espacio abierto y acogedor para recibir la salvación que nos llega desde el amor y la misericordia de Dios y que podáis ser testigos de la bondad de Dios en medio de todos nosotros.

La Parroquia, lugar para acoger y acompañar a la familia inmigrante


Desearía que en todas las Parroquias de esta Iglesia de Cádiz y de Ceuta los inmigrantes y sus familias se pudieran encontrar como en su propia casa, en la gran familia de los hijos de Dios, como nos señala el apóstol San Pablo: ya no sois extranjeros, sino familia de Dios.

Los inmigrantes católicos tenéis que sentiros desde el primer momento en la Iglesia del país de acogida, en sus instituciones y organizaciones, como en vuestra propia casa, como en vuestra familia, con los mismos derechos y obligaciones que los católicos autóctonos y sus familias.

El papa Juan Pablo II decía que las familias de migrantes deben tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria y que en la Iglesia nadie debe sentirse extranjero.

En mi Carta Pastoral del año pasado decía que la comunidad parroquial puede y debe de ser un referente de luz y de paz en el azaroso camino de la vida de los inmigrantes y puede ofrecerles y proporcionarles un tiempo para la escucha de la Palabra, para la oración, el silencio y el encuentro gratuito con Dios, para la celebración fraterna y comunitaria donde se encuentran y se unen la experiencia de Dios y la de la vida.

Desearía que las parroquias abrieran sus puertas de par en par y que los inmigrantes católicos pudieran participar como unos más en las distintas estructuras organizativas y en las tareas y misiones como protagonistas activos. En este año pastoral en el que nuestra Iglesia llama a las familias cristianas a ser misioneras e impulsoras de la fe cristiana, la familia inmigrante también ha de participar de manera activa en este compromiso misionero.

Todo lo dicho en relación a los inmigrantes católicos es aplicable, con los obligados matices, a las actitudes y comportamientos de las comunidades, instituciones, organizaciones y servicios de la Iglesia Católica con las familias cristianas de la tradición ortodoxa, protestante o anglicana. Somos hermanos en la fe y ello ha de transparentarse en nuestros comportamientos fraternos. También los demás inmigrantes no cristianos - creyentes de otras religiones o no creyentes - y sus familias son destinatarios de la misión evangelizadora y de los servicios de la Iglesia y de los cristianos. Todos han de ser objeto de la preocupación de la Iglesia y de sus desvelos de madre.

Todos podéis encontrar acogida, acompañamiento, orientación y asesoramiento en la defensa de vuestros derechos y colaboración generosa en los servicios gratuitos que ofrece el Secretariado diocesano de Migraciones a través de la Red de Atención y Acogida al Inmigrante puesta en marcha en toda la Diócesis de Cádiz y de Ceuta y en las demás instituciones y organismos de la Iglesia.

Celebración religiosa de la Jornada Mundial de la Migraciones


Para celebrar el gran misterio del amor de Dios que acompaña a todos los inmigrantes y a sus familias, os invito a la Santa Misa que, con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones, celebraremos el Domingo, 14 de Enero, a las 12 de la mañana, en la Parroquia de San Juan Bautista de Chiclana.

Que la Sagrada Familia os acompañe ahora y siempre.

Reza por vosotros y por vuestras familias, os quiere y os bendice,

Obispo de Cádiz y Ceuta
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto