Se acabaron las fiestas navideñas
y deberemos volver al tajo en la misma forma que lo dejamos
que no es otra que dejar ya, de una vez por todas, apartadas
esas jornadas de to er mundo es bueno, para volver a lo
nuestro de cada día que no es otra cosas que darle caña al
mono que, por supuesto, se lo merezca. Oiga, amigo guardia,
al que no se lo merezca, como hacen los Reyes Magos, no le
traeremos carbón. Ahora, eso sí, hay que reconocer que, por
méritos propios, existen quienes se han hecho merecedores al
carbón. Tengo un chiste fácil para cerrar el primer espacio,
pero no lo voy a hacer.
Cuando los políticos u lo que sean, que tampoco hay que
pasarse en las denominaciones del asunto, no encuentran
medios para tacar al contrario recurren a lo que no se debe
hacer, al insulto. Y, con ellos, nos dan una demostración
más de su falta de capacidad intelectual y política para
atajar sus diferencias en determinados casos y momentos.
Viene, con esto, a cuento una anécdota ocurrida hace años,
en el parlamento español cuando un polítíco quiso dejar en
ridículo a su oponente y le dijo: "Cállese que es, su
señoría tan viejo que lleva los calzoncillos largos".A lo
que su oponente, sin inmutarse le contestó "No sabía que su
señora era tan indiscreta". Eso es tener capacidad
intelectual suficiente para responder a un insulto sin caer
en la chabacanería, ni en el barato insulto callejero. Claro
que, ante esto, hay que decir que las diferencias, entre los
que usan el insulto callejero y los de la capacidad
intelectual para saber devolver los insultos sin caer en la
chabacanería, hay diferencias abismales.
Para aquellos que, en verdad, se han creído que son unos
buenos imitadores de Alfonso Guerra, habría que decirles
que, hoy día, en los momentos actuales, las frases dichas
por el que fuera vicepresidente del Gobierno en la época de
Felipe González, no tendrían la repercusión que tuvieron en
su tiempo, donde decía lo que el personal, de aquella época
de inicios de la democracia, quería oír. Cada frase dicha
por un político o sui forma de actuar, en determinados
momentos, va en consonancia con ese tiempo, querer
trasladarlas a los momentos actuales es realizarlas fuera de
su tiempo y eso, hoy día, no pega ni con cola.
Naturalmente, todos estos imitadores de, Alfonso Guerra, por
principio no le llegan ni a la suela de los zapatos al que
fuera azote de la derecha. Guerra, al que tuve la suerte de
conocer y hablar con él en una de las ocasiones que estuvo
en nuestra tierra sabía, tenía una gran preparación cultural
y sabía, perfectamente, en qué momento y en qué ocasiones,
debería decir la frases adecuadas. Nunca se precipitaba ni
recurría a hablar un andaluz fullero que en tan mal lugar
deja a los andaluces y es más, ni ese andaluz fullero se
habla en Andalucía.
Para querer ser un imitador de Alfonso Guerra hay que tener,
por principio, la preparación cultural del que fuera
vicepresidente del Gobierno español y, sobre todo su rapidez
mental a la hora de intervenir, sin utilizar el andaluz
fullero ni el insulto de la chabacanería para tratar de
descalificar al contrario. Cuando alguien no está preparado
para ocupar determinado lugar, por dignidad lo mejor que
puede hacer es marcharse a casa.
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