Muchas veces el debate en vez de
enriquecer, se comporta como un obstáculo; y no es que se
pueda soterrar el propio derecho al debate: es que la
palabrería que se gasta en función de los intereses
individuales hace del mismo el mejor camino al desencuentro
(justo al contrario de la razón del debate mismo).
Está pasado hace demasiado tiempo en el mundo de la
política, tan sujeta a los periplos electorales que se
olvida, una y otra vez, de los intereses generales, para los
que había nacido.
Bajando, poco a poco, en los escalafones de lo público, los
posicionamietos se extreman de tal manera que lo que debe
ser un esclarecimiento de lo cotidiano se torna más turbio.
Probablemente por ello, y porque el escenario no es el más
adecuado para dirimir pensamientos razonables y donde la
tranquilidad sea el espejo donde mirarse; el polígono del
Tarajal se suma insistentemente al desencuentro. Una zona
fronteriza en todos los sentidos que ve, ahora, como un
nuevo elemento circunscribe los mentados desencuentros. Los
contenedores ubicados en la zona -tal vez como podría
ocurrir con cualquiera otra circunstancia- son objeto de
críticas entre unos y otros. Nos despertamos hoy escuchando
a los transportistas de los mismos, quienes consideran que
son los propietarios de dichos contenedores los responsables
de su uso y ubicación. Con anterioridad, fueron los
comerciantes los que se quejaron de verlos en tal “mal
estado” en dicha zona; abonada, quizás, al propio
desencuentro.
La palabra -el verbo como definían en el XVII- debería
servir (una vez más) para el acercamiento y la resolución de
aquello que preocupa a unos y a otros, a la colectividad.
Lamentablemente, los medios de comunicación se han
convertido en ‘voceros’ de lo contrario, de la imposibilidad
de los humanos para entendernos.
“Todos los caminos conducen al chaparral, la única
diferencia es que unos tienen corazón y otros no” decía el
indio de Sonora Juan Matus al inciado Castaneda. Debemos
esperar que reine la cordura y que, a quien le corresponda,
acabe con el desaguisado.
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