El colmo del sarcasmo sería la presencia de Batasuna en la
manifestación de Bilbao, que en la imprecisión de su
convocatoria le resulta cómoda a la organización abertzale
por entender que no condena el terrorismo sino que propicia
el diálogo con ETA.
La política antiterrorista del Gobierno carece de dirección
y los vericuetos de las aventuras de José Luis Rodríguez
Zapatero promueven escenarios en los que el PP no acude a la
manifestación de Madrid, Batasuna se siente satisfecho con
la de Bilbao y el PSE-PSOE de Patxi López se encuentra
perdido en el laberinto que él mismo ha creado.
El lunes tiene el presidente del Gobierno de España una
encrucijada que le puede apartar para siempre del liderazgo
político o darle una nueva oportunidad de recuperarlo.
Hay demasiados datos que invitan a pensar que el presidente
no ha desistido de intentar esta negociación imposible.
Muchos de sus colaboradores más cercanos han discutido con
él para convencerle de que con esta ETA no hay posibilidad
de entendimiento y que cualquier prolongación de esa
ensoñación no hace sino reforzar a todo el conglomerado del
terrorismo, en el que Batasuna, encima, pretende convertirse
en adalid de la paz.
Solo una respuesta contundente y una propuesta precisa que
no pueda desoírse por ningún grupo político, incluido el PP,
podrán situar a José Luis Rodríguez Zapatero en la
continuación de su carrera política.
Si la formula en esos términos, el PP no podrá permanecer
apartado del escenario de consenso, porque otra posición le
resultará insoportable en un clima social que
reclama unidad y firmeza contra el terrorismo.
Si la apuesta del presidente sigue basándose en su instinto
político y en las promesas que formula con tanta ligereza,
los restos de su prestigio personal se irán por el desagüe
de una trayectoria en la que el estadista ha estado siempre
sustituido por un político sin proyecto, que solo se ha
fiado de su suerte.
Cualquier ambigüedad con el terrorismo, ahora será la tumba
política de quien la sostenga.
|