Los grandes almacenes abrieron sus
puertas para las rebajas y miles de clientes entraron, en
ellos, arrasando todo cuanto encontraban a su paso. Cómo
sería la cosa que hasta alguien perdió un zapato, que lo
vieron en la tele estos peazo de ojos que se han de comer
los asquerosos de los gusanos, en su loca carrera por llegar
la primera. Empujones, carreras, quítate que tengo que pasar
yo que voy como una rayo a por la falda que vi los otros
días. Oiga, una auténtica locura eso de la rebajas donde, en
la mayoría de las ocasiones, se compra lo que no se quiere
comprar y que, además, no nos vale para nada. Ahora, eso sí,
es barato.
Cuántas señoras habrán llegado a sus casas, cargadas de
bolsas de las rebajas, han sacado el contenido de las
mismas, bajo la atenta mirada de su marido y al preguntarle
este para qué valía aquel cacharro sin asas que parecía una
sartén, no ha sabido darle una explicación a lo máximo que
ha llegado es a decirle: “ya le encontraré alguna utilidad
y, además, sólo me ha costado seis euros. ¿qué quieres qué
te den por seis euros una televisión de pantalla plana?.
Como sigas poniendo pegas, la próxima vez vas tú y compras
en las rebajas, a ver qué es lo qué traes.
El marido, hace un esfuerzo por seguir calmado, al mirar una
rebeca de las tallas grandes, esas que creo que son XXL , le
vuelve a preguntar ¿y esa rebeca para quién es?. Esta rebeca
es para la pequeña. El hombre todo calmado, aunque va
perdiendo la paciencia le contesta, pero si la niña sólo
tiene seis meses. Vale, pero no negarás que crecerá, no
siempre va a ser pequeña. El hombre decide irse a ver la
televisión, mientras su señora continúa sacando lo comprado
de las bolsas. Esto, aunque pueda parecer lo contrario, pasa
con frecuencia en cuanto llegan las rebajas, donde el asunto
está en comprar lo que sea que para eso es de rebaja y a
buen precio.
A pesar de todas esas cosas que se compran sin tener el por
qué, hay suerte de que lo hagan las señoras, porque si los
hombres fuésemos los encargados de ir a comprar a las
rebajas las cosas, no le quepa duda alguna, amigo guarida,
serían mucho peores. Por principios, no tendríamos ni...
idea de lo que íbamos a comprar, ya que nunca se nos ha
ocurrido comprar nada y mucho menos en el asunto de la
rebaja, con lo cual compraríamos sin ton ni son, lo que nos
pareciera y se daría el caso, de que el noventa por ciento
de las compras no valdrían para nada, menos que la rebeca
que la señora había comprado para la niña. Hay que reconocer
que si los hombres fuésemos de compras a las rebajas no
tendríamos ni la más remota idea lo que tendríamos que hacer
o comprar. Así que con esa falta de conocimientos daríamos
una vuelta y de nuevo a la calle.
Por eso, con errores o sin errores, debemos dejar que sean
las señoras las que vayan a las rebajas y compren lo que les
venga en gana, con la seguridad de que podremos aprovechar
algunos de los artículos comprados. Lo nuestro sería un
auténtico desastre.
Servidor, si admiten un consejo, solo les diría que procuren
que sus tarjetas, esas cosas de cartoncito que se meten en
la ranura de la máquina de los bancos salga lo menos
perjudicada posible y a ser posible sin echar humo. ¿O no?
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