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OPINIÓN - VIERNES, 12 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El gran reto de la identidad ceutí

Por Gonzalo Sanz


Ceuta ha experimentado una auténtica revolución demográfica en los últimos veinticinco años que nos coloca ya muy cerca del punto de inflexión en el que la comunidad caballa musulmana superará en número al resto de ceutíes, donde debemos incluir no sólo a los cristianos sino al resto de confesiones y sensibilidades hacia el fenómeno religioso.

Ceuta, como Ciudad europea, es un testigo y modelo de excepción en el debate que desde hace ya algunos años se está suscitando en todo el continente sobre la convivencia entre el patrón de sociedad europea contemporánea y el musulmán. En este complejísimo reto al que nos enfrentamos unos y otros, Ceuta tiene mucho que decir. ¿Qué mejor laboratorio de los éxitos y fracasos de la relación entre las dos realidades puede haber que una Ciudad que lleva gran ventaja histórica a un continente que ahora comienza a buscar respuestas?

En Ceuta gozamos de grandes virtudes pero también adolecemos de muchas zonas oscuras en este camino de hacer una sociedad plural e igualitaria. Orgullo como caballas hemos de sentir por constatar que compartimos un espacio común sin la irrupción de una violencia que aflora en muchas otras partes del mundo donde ambas sensibilidades no han encontrado el equilibrio pacífico del que gozamos en Ceuta. Sin embargo, la fragilidad de este equilibrio es tan notoria, como desesperanzadores son todos los indicativos estadísticos que apuntan al sector musulmán como el más vulnerable a lacras como el paro o el fracaso escolar.

Ceuta sólo será la gran perla del Mediterráneo si asumimos que la Educación y el acceso al mercado laboral son esenciales para lograr la fórmula clave cuando hablamos de convivencia: “sentimiento de pertenencia”. Es la sociedad en su conjunto la que debe asumir la responsabilidad de construir “identidad”. Cuando logramos que una persona no abandone los estudios, cuando logramos que acceda a un trabajo digno, cuando logramos que pueda pagar la hipoteca de un piso donde criar a sus hijos estamos construyendo identidad ceutí y pertenencia constructiva. Este es un trabajo de las Administraciones pero no sólo de ellas. Los ceutíes debemos reforzar una fe algo deteriorada en que nos puede esperar un futuro mucho más constructivo entre sensibilidades dispares.

La identidad ceutí no será posible mientras sólo 10 de cada 1000 ceutíes musulmanes lleguen a la Universidad ni mientras existan guetos de infraviviendas donde las paredes traslucen miseria. Mientras no se avance radicalmente en estas materias seguiremos siendo mudos testigos de la proliferación de mensajes radicales de quienes aprovechan la marginalidad para hacer llegar el odio. Mientras no exista una voluntad inequívoca, seguirá habiendo para muchos, “gauris y candados”, no caballas sin más.

El reto no sólo es apasionante sino que, a mi juicio, es el más crucial de a cuantos nos enfrentamos. Yo, desde mi profunda laicidad, sueño con que mi tierra sea algún día un verdadero modelo a exportar en este mundo cada vez más loco y donde la palabra racismo (tan de moda estas semanas entre ciertos políticos) sea tan sólo una mala pesadilla.
 

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