Por segunda vez en dos semanas el Rey pidió ayer unidad a
los políticos para luchar contra el terrorismo. Con perdón,
esa petición tan genérica no es bastante. Puesto a utilizar
su papel constitucional como moderador en los asuntos de
importancia, Don Juan Carlos debería también exigirles a
todos honestidad y transparencia. Porque, vamos a ver, si
Rajoy apareciera mañana ante las cámaras de televisión para
prometer apoyo a Zapatero en lo que sea que el presidente
del Gobierno piensa hacer ahora con los terroristas, los
ocho millones de votantes del PP, quizás más a estas
alturas, le correrían a gorrazos por las calles de Madrid;
que una cosa es el principio de la unidad y otro el de la
idiotez.
Pedir a los dirigentes del PP, a sus votantes y a muchísimos
españoles que están ahí en estos momentos que apoyen al
presidente del Gobierno a día de hoy es como pedir a una
mujer que ha descubierto que su marido la engaña con su
secretaria desde antes de la boda que viva felizmente con él
de ahora en adelante. Hombre, primero hay que exigir al
marido que renuncie públicamente a su amante y pida perdón a
su señora y, luego, que por lo menos le compre un anillo de
24 kilates y la lleve de fin de semana a París.
El símil es bastante válido para ilustrar lo que impide en
estos momentos la unidad de los demócratas frente al
terrorismo. Zapatero engañó al PP, con el que tenía firmado,
por iniciativa suya, un Pacto por las Libertades y contra el
terrorismo en el que los dos partidos se comprometían a ir
juntos en este tema y empezó a negociar con ETA incluso
antes de llegar a La Moncloa; utilizó electoralmente hasta
límites bochornosos el atentado terrorista del 11-M y
después ha dejado al margen al PP de toda la negociación que
ha llevado a cabo con los dirigentes etarras, hasta el punto
de que la última vez, en vísperas de la Navidad, cuando
recibió a Rajoy en La Moncloa ni siquiera le contó que sus
enviados acababan de reunirse con Josu Ternera y otros
dirigentes de ETA en Ankara.
Sin duda Zapatero intentará en próximas fechas referirse,
aún sin nombrarla, a esa recomendación real para hablar de
unidad y su necesidad y la búsqueda de la paz de todos
unidos y la unión de todos para la búsqueda de la paz. Pero
teniendo en cuenta que cuando el presidente del Gobierno
pronuncia esas palabras al menos media España piensa que les
está mintiendo, más valdría que el Monarca matizara sus
palabras la próxima vez: estar unido no es prestarte a que
te engañen de nuevo.
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