Hoy se acaban las vacaciones y
poco hay que rascar en lo que se refiere a asueto y a “dolce
far niente”, así que, los que han descansado, que no es el
caso de servidora que ha currado, tienen que volver a la
cotidianeidad, a los horarios y a la vida convencional.
Y en previsión de las epidemias que provoca el regreso a la
rutina tras unas fiestas salpicadas de pecados
gastronómicos, los dominicales comienzan a torpedear al
personal con soluciones para los kilos acumulados y el
estrés postvacacional. Como siempre y es de agradecer,
porque cada año surge alguna innovación y, entre consejos
psicológicos y dietéticos existen extremos aprovechables.
Entre ellos los que yo argumento empíricamente, es decir,
tras experimentarlos en carne propia y en plan analítico que
no sintético. ¿Qué mi obsesión por la talla 36 es una
frivolidad? ¡Mienten pecadores! No olviden jamás que, para
los monoteístas, que somos los más guay, el cuerpo es el
templo del espíritu y, como cualquier templo o lugar de
culto que se precie, ha de ser conservado, restaurado de ser
preciso, acondicionado y mejorado. ¿Qué en mi caso estoy más
bien apuntalada y con la bóveda con goteras? Vale, pero
controlo las deficiencias de la infraestructura e intento
paliarlas utilizando esos aliolis, fruto de la iluminación
del Espíritu Santo sobre mentes elegidas y que hoy se venden
en botica con nombres comerciales o en plan genérico que son
más baratos y hacen el mismo efecto. Aunque los remedios
para quemar kilos acumulados pueden encontrarse también en
parafarmacia, de hecho para transformar la grasa en energía
nada como la L-carnitina+Q10, yo me tomo dos cápsulas a lo
largo de la mañana, aunque hay que andarlas o sudarlas en
gimnasio, es decir que, si te la tomas y te apalancas no
hacen nada. También una ampolla de alcachofa con piña que
son drenantes y la alcachofa desintoxica el hígado, en mi
caso hace de señora de la limpieza para los restos de
antidepresivos ¿Qué cual estoy tomando? Pues un Dobupal
retard 150 matinal salpimentado por otro de efecto
instantáneo de 37,5 .Pese al precio abusivo del medicamento
es regulín. Es decir que controla bastante los ataques de
ansiedad con taquicardia, ahogos y tal Pascual, pero no
difumina las penas en demasía y encima creo que cansa un
poco, aunque quienes son más flojos que un muelle de guita
como servidora y sienten una especie de fatiga crónica en
plan casi síndrome, como servidora también que siente
depauperada la sesera, pandemia común en los letrados, no
tenemos remedio eficaz en la sanidad española para el
agotamiento. Ni el socorrido Arcalión, ni el antes llamado
Bifort que se compra en Francia con el nombre de Praxinor.
Solo sirve el Vicodín americano que produce una euforia
desinhibidora o eso dicen y cuentan porque hasta que no lo
pruebe no me siento capacitada para opinar. ¿Más Platón y
menos Prozac? Suena bello pero, cuando las neuronas
bostezan, malamente te puedes abstraer en los filósofos.
Y estudiar memorizando, folio y pilot en mano, es una
pesadilla que solo puede encararse con disciplina espartana
y maldiciendo en arameo la santificación por el trabajo
profesional, que es compromiso que muchos hemos asumido a
regañadientes.
Kilos y estrés, dos dificultades añadidas a un retorno que
tan solo se atempera por la ilusión que hacen las rebajas,
siempre que se tengan unas monedas en el calcetín para
gastar en chollos. En verdad a mí, si me pillan solvente,
las rebajas me producen la sensación de euforia
desinhibidora que dicen que provoca el Vicodin.
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