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OPINIÓN - DOMINGO, 07 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

De festejos y políticos

Acaban las Navidades. Para algunos, los menos adeptos a la tradición, será la salida de un tiempo que, para los otros, sirve para realizar el catálogo de buenos preámbulos anuales y, para ambos, de físico aumento de la barriga a base de viandas y caldos navideños (o presumiblemente navideños).

Probablemente, a partir de mañana, cada uno y cada una cumplirá con el desasosiego de la cotidianeidad, que es mucho menos tenso que el de lo festivo, e irá aquilatándose al hábito e intentando, muchas veces sin conseguirlo, quitar los kilos de más que han suministrado al cuerpo pavos, besugos, marisco o dulces de la época.

No obstante, hay quien no ha perdido el mencionado hábito durante estas fechas tan renombradamente familiares: los políticos. En vísperas del acontecimiento favorito de éstos (ya) profesionales, las elecciones, se han prodigado en descalificaciones e insultos hacia el contrario; así, al contrario que en otros años, hemos disfrutado en paralelo con la receta de las angulas y el insulto puntual; con la cara de los niños y el atropello al diccionario; con la cabalgata de Reyes y la carrera hacia la urna. Esto de la información tiene su sacrificio.

Probablemente, habida cuenta de los acontecimientos, el ‘ciquitraque’ se irá agrandando proporcionalmente según se vaya acercando mayo y, si ni siquiera han dejado tranquila a la concurrencia en Navidades (para gusto laboral de los plumillas, quienes así han tenido para rellenar espacio informativo), se prevé que la cosa irá creciendo paulatinamente.

Esperemos que ‘la sangre no llegue al río’ (siquiera los insultos y la palabrería), porque al ritmo que llevan la cosa promete convertirse en un corral de gallos. Lástima tener que añorar aquellos tiempos en que la contienda electoral era un espacio abierto para la ironía y la inteligencia, el buen dialogar y el respeto por el contrincante. No cabe duda, los tiempos están cambiando, pero en política lo hacen para peor, en pos del mal ejemplo al resto de la ciudadanía. No hemos tenido asueto siquiera en Navidad.
 

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