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OPINIÓN - VIERNES, 05 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Tetuán, cuna de suicidas (I)

Por Jorge Pérez Blanca


Jamal Ouahbi es el autor de este articulo que he recogido de la pagina Web Marruecos digital. (22/11/06). De este articulo se ha hablado y escrito mucho, y cada uno de los que han ido interpretando el texto le han dado su propia versión; como lo que en esta sección trato es de dar a conocer, generar una cultura sobre seguridad, voy a hacer una transcripción integra porque creo que el autor se lo merece y el contenido es importante para todos los ciudadanos de la ciudad. . Abdelmonem procedía del mismo barrio que los suicidas de Leganés. La frontera con España es un vivero de hombres bomba. Hay más casos. Sus padres no saben con exactitud el día de su muerte. El policía que se personó en su casa para pedirles los documentos de su hijo les dijo que Abdelmonem Amakchar El Amrani se inmoló dentro de un coche bomba en la ciudad iraquí de Bakuba -60 kilómetros al noreste de Bagdad- la pasada primavera. Los norteamericanos especulan que el joven marroquí conducía el vehículo que estalló el 6 de marzo al paso de un cortejo fúnebre matando a seis civiles e hiriendo a otros 27. Sus restos quedaron tan mezclados con los de sus víctimas que fue imposible reconocerlos.

La familia de Monsef Ben Massaoud tampoco sabe en que lugar de Bagdad se hizo estallar el joven tetuaní. El 27 de julio salió de Marruecos sin despedirse. Y, ahora, la policía les ha confirmado su muerte. En cambio, los parientes de Younes Chebbak, 25 años, todavía no saben nada y temen lo peor.

Los tres jóvenes vivían en el barrio Jamma Mezuak, de Tetuán, el mismo donde se criaron cinco de los terroristas que se suicidaron en Leganés. En total son 14 los tetuaníes inmolados en España e Irak. ¿Qué está pasando para que esta esquina de Marruecos sea un criadero de hombres-bomba?

Abdelmonem trabajaba como porteador en la frontera de Marruecos con Ceuta, a 40 kilómetros de Tetuán. Cada vez que cruzaba la verja cargado con 50 kilos de mercancías -cuatro o cinco veces diarias- recibía cinco euros. Por la tarde regresaba reventado a su casa para estar con su mujer y su hija recién nacida. Más de una vez les había confesado su intención de emigrar definitivamente a España. Pero eso fue antes de dejarse barba...

A veces iba a ver a algún amigo a la barriada ceutí de El Príncipe, la misma donde vive Hamido, el español que pasó dos años en Guantánamo tras ser detenido en Pakistán por su presunta relación con los talibanes afganos. Los dos barrios tienen muchas cosas en común aunque estén en países distintos: índices de paro, analfabetismo y pobreza escalofriantes, mucha juventud desorientada y un clima de violencia extremo. Ingredientes ideales para que los reclutadores de mártires islámicos encuentren sus candidatos perfectos. De momento, en la ciudad marroquí lo están consiguiendo.

Su casa está a la vuelta de la esquina en la que vive Ahmed, el padre de Rifaat Asrih, uno de los siete jóvenes que se inmolaron en Leganés, semanas después de los atentados del 11-M en Madrid, tras verse acorralados por la Policía.

No hay que caminar mucho para encontrar las viviendas de Monsef y Younes -las dos en la misma calle-, los otros jóvenes sobre los que se tiene noticias de su reciente inmolación en Irak. Ninguno de los dos reunía el perfil marginal de los suicidas marroquíes. Monsef estudiaba en la Universidad de Ciencias Humanas de Tetúan, había servido en las Fuerzas Aéreas marroquíes en Marrakech y hasta que decidió hacer la guerra santa en Irak tenía el sueño de matricularse en la Escuela de Ingenieros de Mohamedia.

«Se fue de casa hace cinco meses. Pensábamos que había decidido quemar el Estrecho, como tantos otros, buscando una vida mejor en España. Recibimos una llamada suya desde Siria diciéndonos que estaba bien y que había encontrado un buen trabajo. La comunicación se cortó antes de poder preguntarle nada. Lo siguiente que supimos de él nos lo dijo el policía que vino a casa a tomarnos muestras de saliva para comprobar si nuestro ADN coincide con el de un terrorista que se suicidó en Bagdad hace poco», asegura El Haj Ahmed Menmassaoud, padre de Monsef.

Encontramos al hombre, de 56 años, en su puesto de venta de repuestos de automóviles -casi todos traídos de Ceuta- junto a la puerta del mercado de Suk Al Gorna. Viste una chilaba marrón y luce una descuidada barba de 20 días. Está nervioso, no puede mantener la mirada y sus ojos se llenan de lágrimas al recordar a su hijo. Tiene miedo de hablar más con nosotros porque ya ha sido advertido por la policía marroquí.

Younes Chebbak, por su parte, estudió Historia y Geografía también en la Universidad de Tetuán. Tiene 10 hermanos y sus amigos le recuerdan como un joven «alegre al que le gustaba mucho el fútbol, aunque en alguna ocasión le habíamos oído decir que pagaría 50.000 dirhams -unos 5.000 euros- a quien le llevase a Irak». Trabajaba en una de las dos tiendas que Kassem, su padre, tiene en el mercado de Bab Nouader. Desapareció a finales de septiembre, justo con el comienzo del Ramadán.

A estos tres casos conocidos se une la desaparición de, al menos, otros seis jóvenes que vivían en las mismas calles, justo al otro lado de la avenida Jamma Mezuak, que da nombre al barrio. La misma zona también donde vivían Jamal Ahmidan, Abdenbi Kunja, Rifaat Asrih y nacieron los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha, todos muertos en el piso de Leganés tras hacer estallar los cinturones de bombas que llevaban puestos.

Los nombres de estos seis desaparecidos todavía no han trascendido. «La policía vigila las casas de las familias y no quieren hablar con nadie porque para la gente mayor, bereberes analfabetos en su mayoría, es una deshonra que sus hijos se hayan marchado tan lejos a morir así. Algunos todavía confían en que las informaciones que les trasmitió el Gobierno estén erradas y esperan que los jóvenes sólo hayan emigrado a España en busca de trabajo», asegura Tarek, vecino del barrio.

La pregunta

Pero, ¿qué es lo que ocurre en este barrio de Tetuán para que 14 de sus jóvenes hayan decidido entregar su vida de esta forma en lugares tan distantes como Madrid o Bagdad?

En Jamaa Mezuak viven unas 60.000 personas -Tetuán tiene 700.000 habitantes- y es un barrio de aluvión surgido en los años setenta cuando comenzó la emigración de los cercanos pueblos bereberes del Rif -Gomara y Ben Ahmed, sobre todo- hacia la gran ciudad. La inmensa mayoría de la población es analfabeta y la única salida laboral para los jóvenes es dedicarse al contrabando de mercancías compradas en Ceuta o hachís adquirido en las cercanas montañas de Ketama. En las calles más alejadas de la avenida principal no hay agua corriente y en otras muchas ni siquiera llega la luz eléctrica.

(Continuará)
 

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