Durante estos días de fiestas la
principal arteria ceutí, la calle Real, ha mostrado una
animación inusual gracias a todas las actividades que se han
desarrollado en la misma. Hay, pues, que aplaudir a quien ha
tenido semejante iniciativa porque, con ello, ha hecho
disfrutar a pequeños y mayores. Vaya, desde aquí y desde ya,
nuestra más sincera felicitación..
Entre todas las actividades me ha llamado la atención la
desarrolladas por un joven que regalaba abrazos. Al
principio, por no fijarme en el letrero que anunciaba lo de
“abrazos gratis”, tuve el convencimiento que dado la
proximidad de las elecciones municipales y, con ella, la
llegada de los apretones de manos y los abrazos de los
políticos cosa que ocurre cada cuatro años y, después, si te
he visto no me acuerdo, que se trataba de una nueva fórmula,
aprovechando las fiestas navideñas, para ir adelantándose en
el asunto de abrazos van y abrazos vienen. De ahí que le
preguntara, al joven que me ofrecía el abrazo gratis, a qué
partido pertenecía.
Nada de extrañar mi pregunta, puesto que los políticos, con
tal de conseguir votos, son capaces de inventar hasta la
sopa de ajos, a pesar de que lleva siglos inventada. Por
eso, la repuesta del joven me dejó un poco cortado, no
pertenecía ningún partido político y repartía abrazos gratis
porque, esa, era una forma de unir más a las personas. No me
lo pensé, dos veces, y le di par de abrazos. Oiga, amigo
guardia, merece la pena esa iniciativa de darnos un abrazo
como hermanos. Y tengo que decir y digo que, cada día,
cuando paso cerca del joven, le pego par de abrazos.
Lo bueno que sería que, algunos políticos, aprendieran a dar
los abrazos como los da este joven y no los abrazos de
Vergara mientras se sonríen el dador y el receptor de los
mismos. Cuanta falsedad hay en esos abrazos, en esas
sonrisas y, sobre todo, en esas frases de “pelillos a la
mar” ¡Que hipócritas!
Por supuesto que nada me asombra de la actitud de algunos
políticos, dándoles abrazos y besos si son necesarios, a
otros políticos que, como unos Brutos cualquiera, acabaron
con su carrera política. Y digo que no me asombra, porque en
la política y entre esos que dicen ser políticos aunque de
políticos tienen lo que servidor de jugador de tenis,
existen extraños compañeros de cama. Hoy son enemigos
irreconciliables y mañana, por un suponer, si te ofrezco
algún carguillo que sirva, además, para cargarme a otro que
vale mucho más que yo y, precisamente, por eso quiero
quitármelo de encima, nos pegamos un abrazo de aquí te
quiero ver y quedamos a partir un piñón. Y, nuevamente, te
la vuelvo a jugar porque tú sólo me vas a valer, con ese
carguillo que te voy a dar, para “cargarme” a un enemigo mío
y que, por supuesto, es un gran amigo tuyo.
¿No le vendría mejor, a todos estos dictadorcillos baratos,
politiquillos de medio pelo, analfabetos en grado sumo,
hacer un examen de conciencia y, en vez, de dar puñaladas
por las espaldas, para acabar con quienes le superan en
capacidad intelectual y política repartir, a igual que hace
ese joven en la calle Real, abrazos gratis?. No lo harán
porque, todos ellos, prefieren seguir dando el abrazo de
Vergara. ¡Vaya tropa!
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