Hemos entrado en un nuevo año y,
con esa entrada deseamos a todos, sin distinción de credos o
razas, que todo les vaya bien y, en algunos casos, como
decía el chiste “ que, al menos, nos quedemos como
estamos”.Pero si hay algo que deseo, fervientemente, es que
hay paz en el mundo, para que los hombres dejemos de
portarnos como animales irracionales, matándonos los unos a
los otros.
Sé que pedir esto, es tanto como pedir que se produzca un
milagro pero uno piensa que, a veces, los milagros se
producen y el hombre, con ello, pueda dejar de ser el peor
enemigo del hombre. Por todo ello tratemos de ser, cada día,
un poco mejor y quizás, así, lo podamos conseguir. Todo es
cuestión de poner, cada uno de nuestra parte, un mínimo
esfuerza para conseguirlo. Para poder conseguirlo tendremos
que apartar, de todos nosotros, las envidias, los odios y
los rencores que son las tres “potencias” que anidan en el
pecho de los ineptos que son, en definitiva, los que al
aplicarlas producen esos enfrentamientos entre los humanos.
No cabe duda alguna que un mundo, sin toda esa fauna,
caminaría mucho mejor.
La ineptitud de algunos gobernantes, apoyados por el
poderoso “don dinero”, hace llevar las guerras a unos u
otros sitios, dependiendo lo que más favorezca al poderos
“don dinero” que, de esa forma, ve acrecentar su poder sin
importarle, lo más mínimo, a cuantas victimas por su
voracidad tendrán que dejar en el camino. No importa que
sean miles o millones puesto que, “don dinero” carece de
sentimiento alguno.
En este mundo que nos ha tocado vivir, las ideas brillan por
su ausencia, parece como si ese mundo de la ideas hubiese
muerto con Platón. Las ideologías, esas por las que muchos
han dado sus vidas por defenderlas hoy, sin temor a
equivocarnos, podemos decir que no existen. Hoy sólo existe
buscar la forma o la fórmula para gobernar, y si es
necesario renunciar a las ideas o a las ideologías, se hace
con toda la sencillez del mundo. ¿Qué pensarían, hoy día,
ante semejante panorama, ante la perdida de las ideas o de
las ideologías, todas aquellas personas que dieron sus vidas
por ellas?. Probablemente se preguntarían ¿y para esto dimos
nuestras vidas?. Y jamás encontrarían repuesta a su pregunta
porque, por muchas contestaciones que tratasen de darle a la
pregunta, nunca encontrarían la repuesta que les diese un
mínimo de satisfacción.
La política de hoy día, donde las ideas y las ideologías han
quedado aparcadas en un segundo plano y al parecer, según
algunos entendidos en la materia, se hace estando la loro de
cuanto dicen unos u otros y, según esos comentarios sabiendo
hacía dónde sopla el viento a favor en el asunto, apuntarse
al carro ganador. O sea aprovechar esa oportunidad por
cuanto ha oído. En definitiva, ser un oportunista. Y para
desgracia de los pueblos son muchos los oportunistas que se
han subido al carro del poder escuchando, simplemente, hacía
dónde sopla el viento ganador.
Cuántos de aquellos que se manifestaban ante la sede del
partido ganador, brillan hoy por su ausencia y corren como
galgos, hacia otra sede que es la que está ganado en estos
momentos. Y esto de correr de un lado a otro, no es sólo de
aquellos que preguntan ¿de lo mío, qué? Sino, también, de
cargos importantes.
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