No sé por qué razón me ha dado,
últimamente, en ver fotografías y más fotografías que salen
publicadas y que sus imágenes me mueven a la risa. Igual, el
asunto está motivado, porque me voy volviendo viejo y ver a
tantos carcamales juntos, me produce la sensación de que
nada se mueve, de que todo sigue igual y que el que agarra
un sillón, ganando una buena pasta gansa, se convierte en el
Cid y quiere seguir ganando, esa misma pasta, después de
estirar la pata. Dinero, papel sucio y maloliente que
metaliza los corazones.
Es más, como se trata de “partidos”, me traen a la memoria
el caso de Guti, la eterna promesa del Madrid, que ya rebasa
los treinta años y se está a la espera de que se convierta
en realidad. Nada, no hay forma, los carcamales no quieren
abandonar el barco, aunque éste se les vaya a pique y
fichan, por su partido, de por vida. Manda...la cosa.
Mientras los chavales, la gente joven, ven como estos
carcamales a los que la próstata les juega, en ocasiones, el
tener que salir corriendo a buscar donde verter aguas,
quieren seguir al mando de la nave, sin darles ni una sola
oportunidad de demostrar su valía. Y qué es lo qué pasa, con
todo esto, pues que los años se van cumpliendo y, esos
jóvenes, se van convirtiendo en nuevos carcamales sin haber
tenido la más mínima oportunidad. O sea, como Guti, la joven
promesa que nunca será una realidad.
Renovarse o morir que diría la sabia de mi abuela. Pero,
aquí, por lo visto lo de renovarse es sólo la ilusión de
unos pocos de jóvenes que vienen empujando y pidiendo, a
gritos, paso para ocupar el puesto que se merecen, por su
juventud, por ser el futuro y porque están mucho más
preparados que todos esos carcamales que nunca hicieron
nada, pero que no abandonan el sillón para poder seguir
viviendo sin dar golpe de la sopa boba. ¡Cualquiera es el
guapo que les quita, a todos ellos, la gorra y el pito con
mando, que les tocó en la tómbola de la vida!. O sea, que
según la actuación de los carcamales, toca morir. Nada es
renovable, siempre debe ser lo mismo y los mismos, con la
cantidad de cosas que, hoy día, se pueden reciclar.
Tengo que reconocer, porque es justo hacerlo, que no es
cierto que los carcamales no hicieron nunca nada de mérito.
Lo cierto es que si hicieron, el ridículo en cada ocasión en
las que tuvieron que intervenir. Pero nada les importa,
ellos siguen fieles a la frase que hiciera famosa Felipito
Tacatún: “Yo, sigo”. Eso sí, para que continúen al frente de
la nave, cuentan con el apoyo de todos los estómagos
agradecidos que ven, en estos ineptos y analfabetos
políticos, las migajas de pan que les ofrecen cada día.
Y, a todos esto, la juventud, esos jóvenes que deben ser el
futuro, ven como los años van pasando y que, los carcamales
son inamovibles, prestos a no darles jamás una oportunidad.
Lo que no entiendo son los motivos por los cuales, estos
jóvenes, ven como van pasando los años, se van haciendo
viejos y no dicen ¡basta!. ¡No más tomadura de pelo!.
Sólo basta echar una mirada, a la fotografía, para comprobar
que los jóvenes tendrán una oportunidad cuando las ranas
críen pelos y los sapos orejas. ¡Pobre juventud!
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