Puede que en la Revista Hola de
hoy, que es mi BOE semanal, se elija por fin a la Más
Elegante del 2007. Se contará con el voto de las lectoras y
con el de un jurado de expertos capaces de determinar cual
de las privilegiadas que pueden dejarse el jornal de un
mileurista o más, en cada modelete, pasea por saraos, actos
oficiales u oficiosos y fiestas exclusivas un mayor
contingente de ropa carísima y complementos fashion. Todo
ello adecuado al peinado a manos de estilistas y al
maquillaje a manos de maquilladores y asesores de imagen. ¿A
que parece algo irreal?. Visto al menos desde el pragmatismo
de mi entorno (aclaro que, en la barriada de El Palo el
personal es muy pragmático y muy poco dado a veleidades)
esas listas de afortunadas y sus vidas, pertenecen a otra
galaxia. Y no digamos cuando, a continuación, comienzan a
seleccionar a los pepitos más elegantes y comienzan a
ofrecernos fotos de auténticos cursis, peripuestos y
encorbatados, de esos a los que nunca se les fotografiará,
eso si, con corbata, pero rotitos tras ocho horas de curro y
con aspecto de ir a dar una cabezada sobre el volante del
coche de puro agotamiento.
¿Qué quieren que les diga? A mí todos los seleccionados me
parecen, simplemente, gente con dinero para comprarse trapos
y con tiempo para meditar en cada aparición pública sobre el
conjunto con el que tienen que empaquetarse para fardar.
Ellos no me parecen “de verdad” porque la vida y nuestra
verdad, la de la clase media y el pueblo llano, es muy
distinta y muy distante. Recuerdo a esa vecina a la que me
encuentro en misa cada mañana, rogando a la Estrella de los
Mares para que se le coloquen los hijos y como se reconcome
y me dice “¡Ea, pues no rezo más! Que con lo de la Comunión
de los Santos mis oraciones le aprovechan a la Preysler”. Y
es que, las marujonas, estamos muy al día de la vida de las
afortunadas y las portadas nos alimentan. Las charlas de
corralón han dado paso a las tertulias televisivas y todos
destilamos información. Las madres suspiramos por tener a un
niño como Jesús Vazquez, con ese encanto sobrevenido de
quien lo ha pasado mal injustamente con una mierda como el
caso Arny, lo ha superado y ha triunfado currando a lo
bestia y encima siendo un hijo ejemplar. Todos queremos
llegar al dispensario y que nos atienda House y no un
agotado y mal pagado médico de atención primaria que hace,
la criatura, lo que puede en los escasos minutos que le
permite el Sistema. ¿Qué si soñamos con ser la Preysler? No,
tal vez nos es más cercano fantasear con el cuponazo y
figurarnos en la cantidad de cosas útiles y reales que
haríamos, ninguna de ellas por supuesto gastarnos fortunas
en trapajos para pasearnos y salir en las revistas. Para mí
que, el famoseo, es más cómodo verlo hojeando el Hola, que
vivirlo, vivir así debe ser una pesadilla, solo hay que
observar a Ana Obregón, que parece siempre incómoda y
siempre a punto de reventarle las costuras del traje de
puras apreturas. De todas maneras no hay problema, porque
nadie de mi entorno más cercano aspira a ser famoso ni a
aparecer en ninguna lista, que no sería nunca el caso.
Aunque para mí, las Más y los Más siempre serán aquellos
que, muchas veces desde el mileurismo, se apañan e inventan
para, con cuatro duros ir más bonitos que un San Luis y
brillando como los chorros del oro, porque, tener estilo
remendando de viejo y haciendo malabarismos con el sueldo,
eso si que es ser elegante de verdad.
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