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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Descanso futbolístico
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Llevo ya mucho tiempo administrando mi dosis de fútbol. Dos partidos a la semana, cuando hay Champions League, me parecen suficientes. Aunque reconozco que, siendo madridista, me cuesta lo indecible no ver al Real Madrid-Castilla. Por lo cual en ocasiones son tres las veces que me siento en la tribuna de la sala de estar ante el televisor.

Sin embargo, el parón de la Liga se me está haciendo muy largo, cuando hace nada que los equipos han dejado de jugar. Y mira que hay situaciones con las que no comulgo. La primera es esa costumbre de poner los partidos a las diez de la noche. Sí, ya sé que se debe a cuestiones comerciales, pero no me negarán que el horario se las trae. Menos mal que me alivia oírle decir a Schuster que a él jugando su equipo a esa hora se le terminan cerrando los ojos en el banquillo. De manera que ya no soy el único que da cabezadas y se duerme antes de comenzar la segunda parte.

La segunda cuestión, me la he ganado a pulso: por haber criticado tanto a Carlos Martínez y Michail Robinson he sido condenado a sufrir la narración de los partidos que hace Andrés Montes y la glosa de Julio Salinas y de Kiko Narváez. Lo de Montes, en la Sexta, está considerado por la crítica afín como un espectáculo surrealista de un genial locutor. Si André Breton levantara la cabeza, seguro que vería en AM al más aventajado discípulo a la hora de contarnos lo que le dicta el subconsciente aunque atente contra la razón.

De momento, el hombre disfrazado de speaker auténtico del Madison Square Garden, ha conseguido hacer más vulgares las transmisiones futbolísticas y, sobre todo, ha logrado que Julio Salinas participe de su show. Mucho dinero debe estar ganando el ex jugador para reírle las gracias al tal Montes y, de paso, secundarlo con dichos extravagantes. De no ser así, me resultaría inexplicable la actuación del vasco afincado en Barcelona.

En cuanto al fútbol en sí, y cuando ya han transcurrido muchos días del desastre madridista ante el Huelva, confieso que me desconcertó el proceder de Fabio Cappelo. En principio, cayó en el error que han venido cometiendo sus antecesores en el banquillo: darle a Guti el manejo del encuentro en zona donde se convierte en un peligro para su portería. Los cambios fueron también dignos de pertenecer a esa corriente de pensamiento a la que antes aludía: el surrealismo. De seguir prestando oídos a la prensa de Madrid, Cappelo se irá desdibujando y de centurión terminará por degradarse a legionario jubilado, que andará lampando por refugiarse en el Lago Proserpina de Mérida.

En lo tocante al Barcelona, y a pesar de haber perdido el Mundial de Clubs y de empatar frente al Atlético, me cabe decir que sigue jugando muy bien. Sus jugadores hacen correr el balón con velocidad y emplean el mínimo de toques para llegar pronto y con peligro al marco contrario.

Es un juego de líneas estiradas e imaginativo, que a veces se muestra imparable. Y lo que es mejor: en un conjunto cuajado de buenos futbolistas, y con Ronaldinho como estrella, destaca sobremanera la presencia de un gran portero: Valdés. A quien se le están negando los méritos que viene acumulando durante varias temporadas. Una injusticia.

En relación a los entrenadores, me parece que han sido cuatro los destituidos hasta el momento. Lo cual es algo tan añejo como habitual. Lo grave es ver a algunos de los despedidos, cuando apenas llevan dos días sin pertenecer al club, sentarse en un plató de televisión o radio para emitir opiniones. Esperen, señores técnicos, un tiempo prudente para reflexionar sobre la parte de culpa que os corresponde por el fracaso, antes de volver a sentar cátedra para haceros el artículo.
 

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