Las cosas se pueden hacer mejor o
peor, criticables o alabables, pero para hacerlas mejor o
peor, criticables o alabablés, hay que hacerlas. Mientras no
se hagan nada se puede opinar ni a favor ni en contra. Y hay
que decir, porque es justo reconocerlo, que se ha creado un
gran ambiente navideño, durante esta semana, en las calles
de nuestra tierra, con la actuación de esas atracciones que
está ofreciendo la Viceconsejería de Festejos, que tanto
están haciendo disfrutar a pequeños y mayores.
Aquí, en esta tierra nuestra, donde tan dados somos a
pegarle a la “mojarra”, criticando a todo bicho viviente,
por el sólo hecho de criticar, nunca estamos de acuerdo en
nada y, por supuesto, lanzamos grandes criticas a lo que
otros hacen, sin acordarnos que cuando nosotros estuvimos,
nada se nos podía criticar ni alabar, porque nada hicimos. Y
sin hacer nada, palabrita del niño Jesús, que nada se le
puede criticar. Es lo de siempre, se mira la paja en el ojo
ajeno, pero nunca nos da por mirar la viga en el nuestro.
Todo esto viene a cuento porque, para mi asombro, vi a uno
de esos personajillos, politiquillos del tres al cuarto,
realizar una serie de criticas sobre esas actuaciones que se
están realizando en la Calle Real. Para mearse y no echar
una gota. Cómo es posible que, este personajillo,
politiquillo de medio pelo, pueda criticar la labor de nadie
cuando, precisamente, él realizó la labor más nula, durante
su mandato, que se recuerda en esta tierra desde que
Hércules decidiera, un siglo de aquellos, no de estos, darse
una vuelta por estos andurriales.
Desgraciadamente, para los que nacimos en esta tierra,
siempre se ha tenido una gran deferencia para todos aquellos
que nos llegaron de otros lares, a pesar de tener un
desconocimiento monumental sobre la misma. Esa ha sido un
máxima de toda la vida que, por supuesto, no va a cambiar ni
ahora ni nunca. De ahí, que a un gran hijo de esta tierra,
le llevara a escribir en el libro de oro de una sociedad
genuinamente ceutí : “Ceuta es una madrasta para sus hijos”.
Una verdad como un templo que, a los que se la cogen con un
papel de fumar, muchos de ellos no nacidos en esta tierra,
le sentó bastante mal la frase en cuestión. Servidor amante
de la verdad, por encima de todas las cosas, fue de los
primeros que aplaudió la frase por considerarla de una
realidad que no admite dudas.
Qué alguien nos llega y dice: “Yo sé hacer los cartuchitos
de humos mejor que nadie y, además, sin cartuchitos”. Ese es
un auténtico genio. Alguien de quien deberíamos aprender los
hijos de esta tierra que, todos somos, unos ineptos e
incultos sin capacidad para nada. Igualito que el que nos ha
llegado de los “cartuchitos”, un genio donde los haya. Ese
es el ejemplo a seguir y no el de algún que otro hijo de
esta tierra que triunfa fuera de ella y haciendo, cada día,
patria chica, llevando por bandera la tierra que le vio
nacer, a pesar de que, la misma, le negara el pan y la sal.
Soy de los convencidos de que, esta tierra, no le niega el
pan y la sal a ninguno sus hijos. Los que se la niegan, son
todos aquellos con gorra y pito con mando, auténticas
nulidades, analfabetos, ineptos e incultos, que temen les
puedan quitar el vivir del cuento y seguir comiendo de la
sopa boba. ¿O no?
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