No me zahieran emocionalmente, ni
intenten erosionar mi autoestima, echándome en cara que he
podido romper mi régimen espartano en estas Fiestas. Porque
no es cierto, cada vez que he deglutido algún hidrato de
carbono ha sido previa ingestión de un par de pastis
quemadoras de calorías. Lo dice mi adorado y admirado
psiquiatra Enrique Rojas, catedrático y escritor, cuyo
concurso profesional solicitaré en 2007, Dios mediante, que
opina, desde su sabiduría y la fuerza admirable que da el
haber sobrevivido a un hijo rompiendo las leyes de la
naturaleza, que quien posee una gran voluntad llega más
lejos que quien posee una gran inteligencia. Y voluntad les
sobra a quienes, cumpliendo con su deber y desde la
profesionalidad, están trabajando en los momentos en los
que, el resto de los españoles, nos reunimos en torno a la
mesa y el árbol de Nochebuena o gozamos del calor del
almuerzo de Navidad.
Y lo sé por experiencia. He vivido Nochebuenas, hasta casi
última hora en Juzgados asistiendo a detenidos y en mi
lejana juventud me encalomaron más de una guardia en fechas
claves, como la Nochevieja, en las que, la Policía no para.
De hecho, para que todo siga funcionando hay quienes
renuncian a fiestas entrañables y lo asumimos con una cierta
frialdad emocional, como si tuviera que ser así por cojones.
Cuando tiene que ser así, pero hay que agradecerlo y lo que
es más importante: saber expresar ese agradecimiento con
gestos concretos y dando las gracias desde el corazón.
Disfrutamos de estas fechas con la tranquilidad de que ssi
se forma el lío del Montepío hay unas Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado que permanecen alerta, expectantes y
cuidando de la ciudadanía. Y yo es que, a las FOP, les tengo
mucha fe y despiertan en mí un sentimiento de cálida
confianza, de hecho, si me paro a reflexionar acerca de que,
esos hombres y mujeres, Policías Nacionales, Policías
Municipales, Guardias Civiles, Bomberos y Ejército están ahí
y darían sus vidas sin rechistar por salvaguardarnos a mí, a
mi despistado marido y a mis hijos, joder, me emociono y
casi no me lo creo. No me conocen pero harían cualquier cosa
porque no me pase nada malo, no les conocen a ustedes ni a
sus familias, pero dejarían huérfanas a las suyas por
protegerles. ¿Se dan cuenta de lo importantes que son? Pero
no digo “importantes” por la placa y la pistola, sino por la
inmensa humanidad y la generosidad que hay que tener para
enrolarse en una profesión pésimamente pagada y hacerlo por
vocación y encima hacerlo de puta madre de bien. Las FOP
siguen mimándonos y “están” en Navidad y los médicos y
enfermeras de guardia siguen salvando vidas y los boticarios
comiéndose los polvorones en la rebotica de la farmacia que
permanece abierta y los picapleitos asistiendo a detenidos y
los bomberos alerta por si se arma una calamidad o una
catástrofe. ¿Qué que hacen los políticos? Pues supongo que
rascarse sus partes pudendas con el tenedor del pescado
porque, en verdad, utilidad tienen poca a nivel operativo,
quitando una crisis-crisis donde son útiles el Alcalde y el
Delegado de Gobierno. Pero sin crisis-crisis, quienes
funcionan son los que “están” para que, los mantecados no se
nos indigesten y podamos pasear por las calles sin que nos
degüellen y si nos degüellan otros nos curan o nos venden
paracetamol y al criminal le asiste un abogado y hay un
periodista para contarlo. Felices Fiestas para ellos, desde
la gratitud y el cariño.
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