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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

El último Pleno del año
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ayer se ha celebrado la última sesión plenaria correspondiente a este 2006 que está dando las boqueadas. Lo cual me hace recordar cuando yo asistía a los plenos y me lo pasaba en grande dándole vida a la crónica parlamentaria.

En la crónica, ese género periodístico que admite las valoraciones, aunque tampoco le haga ascos a la información, la subjetividad es mucho mayor que en la noticia. De ella se dice que es una información más elaborada, comentada y firmada; es decir, personalizada.

En suma: a mí me chiflaba cubrir los plenos porque podía describir el ambiente y recrear, en la medida de mis posibilidades, de qué manera se expresaban los concejales, ahora diputados. Tampoco desdeñaba el prestarle oído a los secretos y entresijos de la política local.

Y es que en cuanto ponía los pies en el interior del edificio municipal, había personas interesadas en ponerme al tanto de cuestiones que me ayudaban a que la crónica tuviera ese interés que suele despertar lo secundario entre los lectores.

Y más que secundario, pues en ocasiones me confesaban hechos dignos de ser tenidos en cuenta, a la gente la ponía descubrir lo que parecía llevar el sello de lo prohibido. Más o menos lo que ahora llaman, pomposamente, cometer incorrecciones políticas.

La crónica debe ser literaria. Hay que esmerarse en su redacción. Y recubrirla de conversaciones y de chismes y destacar, por encima de todo, los detalles que pasan inadvertidos para los demás. Insistir acerca del momento actual que atraviesan los políticos: su estado de ánimo, sus gestos, sus tiques, sus filias y fobias.

Hay que prestarles mucha atención a quienes en un momento determinado pegan una cabezada y, por tanto, se despiertan bruscamente y se dan cuenta de que han perdido la noción del espacio y del tiempo.

La manera de vestir de los parlamentarios ayuda también a que la crónica se enriquezca. Fijarse en los detalles de una corbata, en el peinado de una diputada, en los cruces de miradas que se producen entre unos y otros...

Yo le prestaba una enorme atención a la forma de hablar de quienes intervenían durante el Pleno. Si el orador decía a nivel de, en vez de en relación con, le daba una puntuación muy baja. Si hablaba de contemplar, donde convenía hacer uso del considerar, ídem. Y qué decir de la pobre impresión que me causaban los que dinamizaban cuando pegaba decir agilizar; los que especulaban en vez de conjeturar; o los que se ponían el listón tan alto que no entendían que el obstáculo eran ellos.

Y así, créanme, podría ir enumerando palabras o frases que entraban de lleno en el vocabulario para eurogilipuertas, confeccionado en su día por Luis Díez Jiménez. A los eurogilipuertas que he visto orar en las sesiones plenarias, podría remedarlos de memoria. Hay uno, sobre todo, que en su tiempo de concejal estuvo a punto de que el Ayuntamiento cayera en bancarrota. Pero él seguía perorando hasta llenar de bostezos la sala de asistentes a los plenos. Es verdad que el hombre sigue en la brecha; si bien ahora nos anestesia con sus artículos semanales. Los cuales son tan hieráticos como faltos de credibilidad.

A los licenciados en periodismo les vendría muy bien hacer crónicas literarias de los plenos. No deberían limitarse a la información. Y seguro que ese trabajo subjetivo, de cuanto acontece en las sesiones plenarias, les reportaría muchos beneficios. El principal, a mi modesto entender, es que les proporcionaría la oportunidad de crear una sección muy personalizada e interesante. Y, cómo no, les ofrecería la ocasión de crecer mucho en su labor.
 

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