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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Siguiendo con estas cosas. que estamos contándoles de la Navidad de ni niñez, quiero tener un recuerdo para aquellos coros que recorrían nuestras calles alegrando las fiestas y aprovechándose, todo hay que decirlo, de alguna que otra invitación que les hacían los pudientes, cuyas casas visitaban, para ponerse “moraos” de lo que a ellos les sobraba y a nosotros, los económicamente pudientes, nos faltaba.

Tengo que decir y digo, porque así me lo contaron, gente de toda fiabilidad que, en algunas de aquellas casas a las que fueron invitados a cantar, muchos de los componentes del coro, conocieron, por vez primera en sus vida, lo que era el jamón del que hablaban y no paraban contándoles, a todos los que les querían escuchar, lo bueno que estaba la pata del cerdo. Y es que del cerdo, amigo guardia, lo tengo que decir no puedo remediarlo, hasta los andares son bonitos. Servidor, tengo que decirlo para que no haya duda alguna, probó el jamón seis días antes de irse a la mili. Y qué quieren qué les diga, pues que estaba una jartá de bueno y me prometí que, desde esa fecha en adelante, el menda comería jamón en cuantas ocasiones se me presentasen. Por supuesto no voy a decir lo que tardé en comer, semejante manjar una vez finalizado el servicio militar. Eso es algo muy personal.

Bueno, volviendo a los coros, a igual que en los momentos actuales existían también los concursos de los mismos, que se celebraban en la Plaza de los Reyes donde acudíamos todos a escucharlos y, por supuesto, a animar a nuestro coro favorito. Y entre los favoritos siempre estaban el coro de “La Paloma”, “Los Pastores” y, casualidad de las casualidades un coro que, precisamente llevaba el nombre del coro que ha ganado este año, “Los Campanilleros”. A estos coros había que unir, también como favorito, a un coro que presentaba al concurso la Asociación de Hijos de María, quien a diferencia del resto de los coros contaba, es justo reconocerlo, con grandes voces y, sobre todo, con instrumentos musicales, como piano y violines, a los que el resto de los coros participantes no podían conseguir por la cantidad que costaba adquirir uno de estos instrumentos, sin contar el dinero que deberían gastarse en aprender a tocarlos. Aquí había cierta ventaja a favor del coro de la mencionada Asociación. Pero del mismo modo que tenían esa ventaja, también supieron estar a la altura de las circunstancias participando fuera de concurso, con lo que el mencionado concurso, quedaba en un mano a mano, entre “Las Palomas” y “Los Pastores”.

Fuera del concurso también había una serie de coros salidos de los barrios o de las calles que recorrían, nuestras calles poniendo una nota de colorido y de ambiente navideño en las mismas. Sus instrumentos no eran, por supuesto, ni piano, ni violines, sólo panderos, triángulos, zambombas, sonajas y botellas de anís del Mono, con su correspondiente tenedor para hacerlas sonar

El coro que teníamos en mi adorado Callejón del Lobo, lugar donde vine al mundo y que llevo en lo más profundo de mi corazón, no era nada del otro mundo pero alegrábamos la casa donde se nos invitaba, al mismo tiempo que le dejábamos los platos de los polvorones limpio como una patena. Eso era navidad.
 

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