Según pudo confirmar in situ EL PUEBLO el pasado miércoles,
el sindicato de los universitarios marroquíes, UNEM, ha
vuelto a protagonizar conatos de enfrentamiento con las
autoridades. Como ya informó este medio (El Pueblo, 9 de
noviembre), la situación interna de la residencia mixta de
estudiantes, sita en las inmediaciones del aeropuerto
tetuaní de Sania Ramel y perteneciente a la universidad
Abdelmalek Esaaâdi, ha vuelto a verse envuelta en el
conflicto.
Aunque las autoridades de la misma minimizan la situación e
insisten en que cumplen, esclupulosamente, la legislación
vigente, representantes del sindicato universitario
manifiestan que las medidas adoptadas son producto de un
profundo desencuentro: “No nos ha quedado más remedio. Más
de ciento cincuenta compañeros, sobre todo de tercer curso,
no pueden acceder a la residencia cuando nos consta que hay
suficientes plazas libres”.
El pasado lunes 18, desde la media mañana, grupos de
estudiantes se habrían concentrado tanto en el interior de
la residencia como a la entrada de la misma, logrando por la
tarde y pese al cordón de seguridad privada que guarda el
acceso, reunirse en el interior. Desde entonces, unos
cuarenta han logrado hacerse fuertes en la biblioteca
existente en la residencia, donde piensan permanecen
encerrados hasta hoy viernes. Pertrechados de mantas y
hornillos, son avituallados por grupos de apoyo. Siete de
ellos se encuentran realizando una huelga de hambre. Todavía
ayer jueves, por la mañana, unos sesenta estudiantes se
manifestaban con pancartas y canciones ante el Rectorado, en
el centro de Martil (antiguo Río Martín).
Aunque el sindicato es considerado feudo de los
universitarios seguidores de la organización alegal del
jeque Yasin, Justicia y Caridad, varios estudiantes
consultados por este medio insisten en el carácter
democrático de la UNEM: “las elecciones son anuales”, siendo
libres de presentarse los estudiantes de cualquier corriente
o ideología. “Si los izquierdistas no quieren participar es
su problema, la UNEM es el único sindicato legal en la
universidad y está para ayudar a todos los estudiantes”.
El principal motivo de protesta es la readmisión de los
ciento cincuenta estudiantes que, según el sindicato,
“habrían sido expulsados”. También hay quejas sobre las
plagas, “endémicas”, de mosquitos junto con la reducción de
las horas de agua caliente en las duchas. “Muchas están
deterioradas y además, preciamente ahora que es invierno,
nos han reducido el horario con agua caliente. Una
vergüenza, además de generar problemas de higiene”.
También la facultad de Letras sita a la entrada del antiguo
Río Martín, a unos diez kilómetros de Tetuán, ha vivido días
movidos, con plantes y huelgas que han sembrado el
desconcierto en las filas de los estudiantes: “Los programas
de algunas asignaturas no se llevan a cabo, ciertos
profesores no están físicamente hablando y no tenemos un
material didáctico claro para preparar los exámenes”.
Pese a todo y según insisten las autoridades, la situación
en la universidad de Tetuán está bajo control, respirándose
pese al malestar latente una relativa normalidad, como ha
podido comprobar in situ y a lo largo de este mes EL PUEBLO.
La situación para nada es comparable con la vivida en Fez
desde primeros de diciembre, que ha llevado a la facultad de
Derecho de Dhar El Mehraz a un virtual estado de sitio. De
hecho, se ha dado incluso cierta unidad de acción entre
estudiantes islamistas y un puñado de universitarios de la
izquierda radical, así como otros afines al PJD (Partido de
la Justicia y el Desarrollo) encuadrados en la organización
Al Wahda wa Tawassol. El decano de la facultad de ciencias
jurídicas, económicas y sociales, Farissi Serghini, ha
acusado abiertamente a los estudiantes afines a Justicia y
Caridad de provocación, incitando a una matriculación libre
para la última promoción de estudiantes que obtuvieron su
diploma de bachillerato.
Mientras las autoridades universitarias empiezan a hablar de
un clima de terror y violencia (el martes 5 un estudiante
habría sido apuñalado por discutir con una compañera),
Mohamed Benmessaoud, secretario general de la UNEM, rechaza
tajantemente las acusaciones de violencia hacia sus
compañeros, particularmente los miembros de Justicia y
Caridad en el seno de la UNEM.
Para periodistas como Najat Faïssal, “La realidad del clima
de violencia psicológica o física sobre el terreno (en Fez),
no augura nada bueno”. Jihad Rizk no duda en denunciar, en
L´Economiste, lo que llama “la ley de los barbudos”. El
decano Farissi insiste, desolado, en “amenazas de arma
blanca a profesores y empelados”.
En Tetuán, universitarios afines tanto a la organización de
Yasin como al PJD se han desmarcado totalmente de cualquier
acción violenta, condenándola sin paliativos. No obstante,
fuentes oficiosas de la residencia universitaria de Sania
Ramel hablan de cierto clima de sutiles coacciones, roturas
de cerraduras y puertas forzadas: “¿O es que acaso eso no es
violencia?”. comentan.
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