Al hilo de la Navidad se suscita el encuentro; máxime cuando
este llega a través del roce de lo cotidiano: del trabajo,
para reconvertir lo habitual en algo extraordinario, sujeto
al relajado calor de viandas y vinos generosos. De esta
manera, los trabajadores de El Pueblo de Ceuta, un año más y
como viene siendo habitual, se reunieron en la noche del
miércoles al calor de la ‘lumbre’ gastronómica del Hotel
Tryp.
Relajadas conversaciones que se escapan del quehacer
inconmensurable del día a día, de la actividad frenética de
la noticia, del choque ‘bis a bis’ de una actualidad que no
deja resquicios para la duda, de la prisa.
En las fotografías de Nicol’s, apenas se dirime el cansancio
del trabajo realizado, porque la conclusión no era otra que
un encuentro al margen de lo elaborado. Los de deportes
dejaron el resuello de los goles, las marcas y las carreras,
y los alevines del fútbol de la ciudad, para acometer el
desnudo de un buen marisco, chupeteando sus sabrosas patas.
Los de local arreciaron el interés de la política y todas
esas cosas que trasmiten a la ciudadanía por aquel
sacrosanto ‘Derecho a la Información’, por los dimes y
diretes de la Ciudad y de la urbe en general, con el ojo
pragmático de los fotógrafos.
Los de opinión, seductores de palabras para plasmar su
visión subjetiva de la realidad, aportando el matiz de los
individual que genera dioses y demonios: acérrimos
seguidores y brutales detractores.
Los maquetadores, huídos por una noche de la tiranía de la
plástica.
Los dicharacheros de la publicidad.
Los del papeleo administrativo, suscrito a las mesas de los
despachos. Todos ellos platicando y compartiendo la buena
mesa.
En definitiva, una jornada para compartir y olvidarse del
ruín quehacer de la cotidianeidad, que muchas veces oculta
realidades y carece de matices puramente vitales.
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