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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

A una semana de la Navidad, se nos vienen a la memoria acontecimientos , alegres y tristes que hemos vivido. Es como si de alguna forma hiciéramos inventario, en ese recuento fatal, para saber quiénes son los que nos faltan, los que no estarán sentados esa noche a la mesa pero que, seguro, tendrán un lugar en el pensamiento y, sobre todo, en el corazón de todos nosotros.

La llegada de la navidad siempre es igual, es revolver en el disco duro del mejor ordenador del mundo, el cerebro, para ir del nuevo a un pasado a veces lejano, a veces no tan lejano que, de nuevo, nos traerán las mismas imágenes de todos aquellos seres queridos que nos faltan en esta noche especial. Ninguno, en esa noche, dejará de poder pensar en los que emprendieron el viaje de ida, sin lugar al retorno. Pero así es la vida, y así tenemos que aceptarla porque, sin lugar a duda alguna, llegará un día de esos especiales, como es la Navidad, en que seamos nosotros los recordados. No hay más cera que la que arde.

Por eso, cuando llegan las Navidades y veo algunas revistas donde hacen ostentación de lujo y grandeza cuando tantos niños mueren de hambre en el mundo por no tener un trozo de pan que llevarse a la boca, siento como se me hace un nudo en la garganta ante tanta injusticia. Unos con tanto y otros con tampoco. Y pienso que el mundo está mal repartido o los hombres nos hemos encargado hacer ese maldito reparto. Veo como algunas personas se mueven sólo por tener cada día más de ese papel, sucio y maloliente que metaliza los corazones. Y a veces me río pensando que, ninguno de ellos cuando estiren la pata, se va a poder llevar nada al otro mundo. Es más disfruto muchísimo cuando contemplo, como aquellos que amasaron grandes fortunas, cuando dejan este mundo donde nadie es eterno, los herederos se gastan en lujo y cachondeo todo lo que ellos amasaron, viviendo en la pobreza para morir siendo ricos. Quizás ese disfrutar, viendo casos de estos, sea la venganza de los pobres sobre todos aquellos que hasta con malas artes hicieron una fortuna, vivieron como unos pobres, murieron como unos ricos, y los que vinieron detrás se tiraron lo aquello que con tanto celo y privaciones habían conseguido. Todos estos miserias, no me producen pena, me dan asco.

Conocí a unos de estos miserias que, desgraciadamente, se quedó viudo. Retirado él, le habían quedado, mensualmente, unas ochocientas mil de las antiguas pesetas y, además, en el banco tenía sesenta millones a plazo fijo, cuando el dinero a plazo fijo daba una respetable cantidad. Cierto día me dijo: “me gustaría distraerme”, a lo que le respondí: “Haga usted un crucero y recorra algunas islas del Caribe. ¿cuánto me costaría eso?. Pues con medio millón creo que tendrá bastante. Me miró como si fuese una aparición lo que tenía delante de él y con los ojos fuera de órbita me contestó ¿De dónde saco tanto dinero?.

Lo miré con asco, di media vuelta, y me marché del lado de aquel miseria, porque su sola presencia me producía un impresionante rechazo. Y me reí, cuando estiro la pata, porque vinieron las dos hijas con sus esposos, se llevaron todo lo que había y, lo primero que hicieron cosa curiosa, un crucero por el Caribe. Aún hay muchos miserias que harán que otros vayan a hacer un crucero.
 

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