Si hay algo que me hace crecer
cada día más en esta bendita profesión es, sin lugar a
dudas, el empeño que tienen esa fauna de inútiles con gorra
y pito de mando de querer hacerme de menos en determinados
momentos. Esa venganza absurda y bajuna me viene a demostrar
que, cada día, soy más importante superándoles en todos los
conceptos, incluso a todo esos, de esta fauna, que hoy
presumen de tener un capital, pero que les es imposible
quitarse la señal del aro de cubo pegada al culo. ¡Pobre
fauna de analfabetos cuyo único capital es que, al moverse,
echan bellotas y hacen el ridículo en sus intervenciones!.
Soy un enamorado de mi profesión de la que procuro, por
todos los medios a mi alcance, ser independiente sin
olvidar, por supuesto, que tenemos una editorial a al que
atenernos y que marca sin discusión alguna la línea del
periódico que, al fin de cuentas, se asemeja mucho a mi
forma de ser en cuanto a independencia se refiera en una
tierra, la nuestra, donde escribir cada día es un auténtico
problema.
Nunca, por supuesto, he sido portavoz de nada ni de nadie y
mucho menos he tratado de caerle simpático al que manda
aunque, ello, me haya creado más de un problema, por no
halagar al de la gorra y el pito de turno. Tanto es así que,
algunos de estos analfabetos, han tratado y sigue tratando
de poner freno a mis opiniones porque no son de su gusto ya
que no me presto a adorarles la “píldora”, porque jamás he
sudado la hipocresía como medio de escritura y engañar de
esa forma al lector que, al fin de cuentas, es el único que
me interesa a la hora de contarles la verdad, o al menos mi
verdad aunque, por supuesto, no esté en posesión de la
verdad absoluta. Si, en verdad, pensará por un solo momento
que estoy en posesión de la verdad absoluta pertenecería,
para mi desgracia, a esa fauna de analfabetos con gorra y
pito con mando.
Mi tierra, esa donde mi madre me parió, me importa más que
toda esa fauna de inepto juntos que llegaron a ella siendo
unos don nadie y que gracia al engaño, la falsedad, la
hipocresía y las puñadas por las espaldas, amparados en una
falsa publicidad, han conseguido hacerse con una gorra y un
pito de mando para vivir del cuento.
A la hora de escribir, no me mueve más que la defensa de la
tierra que me vio nacer, sin impórtame nada a quién o
quiénes les pueda caer más o menos simpático o agradable.
Eso es algo que me la trae al fresco de poniente.
Por esa defensa a ultranza de mi tierra es por lo que me
cojo un gran “rebote”, cuando veo o escucho hacer el
ridículo a algunos de esa fauna de inepto que dice que van a
defenderla. Con lo bien que estarían con la boquita cerrada
esas criaturitas mías. El pueblo de Ceuta, que nos les quepa
duda alguna, les agradecería en infinito que no salieran a
la palestra a defendernos. Porque todos nosotros, los
ceutíes sin distinción de credos o razas, les diríamos como
el del chiste “virgencita que me quede como estoy”.
Nada ni nadie me va hacer cambiar, en esa defensa de los
intereses de mi tierra ni en las criticas a los
polítiquillos de medio pelo por muchas que insistan y traten
injustamente de marginarme, porque nadie me puede arrebatar
lo que por méritos propio es mío.
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